2. Insomnio y hambre

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Pocas veces he aprovechado tanto una clase de química como la de hoy, por fin he podido dormir a pierna suelta sin despertarme cada quince minutos.
Supongo que la profesora sabe cómo lo pasamos las internas y simplemente se compadece. Me alegra mucho en el fondo y seguro que a ti también. Anoche pensé mucho en lo de hablarte a ti y que todo este rollo del diario personificado me hace perder la poca cordura que me quedaba.

Me acabo de acordar de la mejor parte del día. Hoy nos han dejado "meriendicenar" juntas a todas las internas por primera vez desde que llegamos. "Meriendicenar" es una palabra que me he inventado para referirme a las cenas que se hacen aquí a las 7 de la tarde. Sí, estamos en España.
Y creedme, lo de hablar comiendo está infravalorado.
Miradas cómplices que hablan entre sí del miedo y la incertidumbre. Miradas que también preguntan "¿Qué hago aquí?" treinta y tres veces en orden hasta perder la cuenta.

No recuerdo todos los nombres que alcanzó a decir Sor Encarnación, pero sí recuerdo contar 6 chicas sentadas a la mesa.
María, Almudena, Ainhoa... no recuerdo más. Y no me pidas que relacione cada nombre con su cara correspondiente.
Somos seis chicas que, casi seguro, tenemos más en común de lo que ahora mismo sabemos.

Ah, no sé si viene a cuento, pero aprovecho para contarte que estoy algo ilusionada. Ainhoa es sordomuda, creo que puedo aprender mucho de ella.
Sor Encarnación no deja de ser la típica monja que pone buena cara a los padres y después pasa de ti. Y que pase de mí es muy bueno.

Mi parte favorita del día es a las nueve, los tres Ave María que nos obligan a recitar como cotorras antes de dormir. Nótese la ironía.
A veces me dan ganas de llevarme a Frida para tener algo a lo que de verdad rezarle y no perder el tiempo de forma estúpida contándole a la pared algo de un fruto bendito en el vientre de una mujer Virgen, no se lo cree ni ella.
Y ojalá yo tuviera un fruto en el vientre, una mandarina o algo.
La meriendicena a las 7 de la tarde hace que a la hora de dormir no pueda pensar en otra cosa que en el fruto del vientre de la virgen María que yo no tengo.

Cartas a FridaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora