Después de 3 años combatiendo en las líneas enemigas, finalmente vuelvo a casa, no aguanto las ganas de ver de nuevo y abrazar con fuerza a mi esposa Rita, a mis hijos James y Jeff y a la bella Susan mi hija menor, ellos fueron el motivo principal para que me enlistara en el ejército, e ir a la guerra, sentía ese compromiso y necesidad de contribuir a darles un mundo donde pudieran cumplir sus sueños y metas.
Hoy es 24 de agosto de 1944 voy de camino en un tren hacia un pequeño pueblo llamado Riss Hill en las afueras de Oregón, allí solía trabajar como agricultor a veces en mi casa que es una pequeña parcela de 5 hectáreas y casi todo el tiempo en la hacienda Patrick el fundo más grande del pueblo, la mayoría de las cosas eran muy baratas en Riss Hill y la hacienda Patrick era el motivo.
Sentado y mirando por la ventana del tren siento una gran paz, veo los animales en esas hermosas praderas, es simplemente genial, me alejo al fin de las balas, las granadas y los gritos que día a día me destrozaban el alma.
El tren hizo una parada en uno de esos pueblos remotos en los que solo viven unas cuantas familias, sinceramente no recordaba esa estación, pero bueno, estuve 3 años fuera del país quizá la construyeron en ese tiempo. Solo un hombre estaba esperando el tren allí, vestía un bonito traje, juraría y apostaría que tenía uno igual, sus zapatos eran también muy bonitos y elegantes, llevaba un ramo de rosas en la mano, de seguro tenía una relación o intentaba enamorar a una de las hermosas mujeres del pueblo.
El hombre subió al tren y para mi sorpresa se sentó enfrente de mí, le sonreí porque parecía un buen hombre, le pregunté por las rosas.
-De seguro son para una afortunada.
-¡Si! Son para la mujer más hermosa del pueblo - Respondió lleno de carisma y entusiasmo.
Dio un profundo suspiro y puso una cara de placer -Ella hace que mis días sean lo mejor de la vida.
-¡Vaya!- Me reí y le puse una mirada picaresca -Yo también voy a ver a mi esposa acabo de volver de la guerra después de tres años, así que también como tú estoy bastante emocionado.
-¡Oh! ¡Dios mío! Estoy enfrente de un compatriota – Se puso de pie, se quitó el sombrero y se puso firme como haciendo el saludo militar.
-Descanse soldado -Le dije- Me hace sentir apenado.
-Vamos... Cuénteme alguna historia de guerra, quizá me cuente una historia que en un futuro romperá taquilla en el cine.
-No lo creo señor, no creo que mis historias sean tan impresionantes.
-De todos modos cuénteme una -Este hombre era muy insistente y con demasiado optimismo, juraría que le faltaba algo de seriedad.
Faltaban unos cuantos minutos para llegar a Riss Hill bueno 40 minutos para ser exactos, y accedí a contarle una historia, no tan impresionante claro, me guardaba las mejores para contárselas a mi esposa antes de ir a dormir y a mis hijos cuando estuvieran un poco más grandes, a pesar de que para mí la historia que le estaba contando era aburrida, el hombre mostraba un gran interés en ella y al parecer disfrutaba escuchar cada palabra que salía de mi boca.
Finalmente llegamos a Riss Hill ese aire que respire era tan fresco... No olía a humo, ni a pólvora y el olor a hombres muertos había quedado plasmado en la historia, detuve un taxi y, note que aquel hombre al cual mi historia había fascinado estaba apurado, como Riss Hill es un pueblo pequeño le pregunté:
-¿Hacia dónde se dirige?
-Hacia las colinas mi buen hombre.
-Yo también voy hacia allá -En las colinas solo vivían 12 familias incluyendo la mía así que de seguro iba a visitar a una de las hijas de los Freud, Smith o Turner que eran los únicos que tenían hijas solteras contemporáneas con la edad ese hombre, bueno al menos eso tenía entendido antes de irme -¿Compartimos el taxi?
-Eso sería un honor –Respondió -Muchas gracias.
Me asomé por la ventana del taxi y le pregunté al conductor -¿Cuánto hacía las colinas?
-10 centavos –Respondió -Me pareció algo caro.
Me subí al taxi junto al hombre y durante el tramo no dijo ni una sola palabra, en ocasiones hacía como para decirme algo, pero al parecer se arrepentía, llegamos, desde hacía rato me moría de ganas de orinar, me baje del taxi y fui a orinar a un árbol, ni siquiera me despedí del hombre y tampoco vi hacia donde se había ido, el tramo de la casa a donde nos dejó el taxi era algo largo, me quedé un rato orinando y contemplando el paisaje recordando los buenos momentos que en estas tierras había pasado, me fui a mi casa estaba parado frente a la puerta y me sentí muy animado y emocionado, toque la puerta y escuche la voz de mi esposa diciendo –Espera- se me hizo un poco raro, ella abrió la puerta, tenía un ramo de rosas en la mano, era el mismo que aquel hombre llevaba, ella estaba impresionada y algo asustada de verme.
-Rick ¿Qué haces aquí?
-Así es como me recibes –Le reclamé- Después de 3 años sin verme.
-¿Qué está pasando? –Era la voz de un hombre, se acercó a la puerta aquel hombre al mi historia había impresionado.
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Rick Paterson
RomanceRick Paterson es un soldado Estadounidense que lucho en la segunda guerra mundial, lo que lo caracteriza no es lo que hizo en los tres años que paso combatiendo a los alemanes, si no todo lo que vivió después de que volvió de la guerra, esta obra e...