Capítulo 8: Una flor se marchita

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El día de hoy Lucy despertó unos minutos más temprano que yo, le gustaba verme dormir, así que se quedó un rato viéndome, desperté, no pudo ser de una mejor manera, ella me miraba y ponía esa sonrisa que sabía bien que me mataba y esos celestiales ojos azules, me sentía en el cielo, pero no, simplemente estaba en su departamento, se acercó y susurro a mi oído –Tengo que decirte algo- drásticamente cambio de cara, ahora se veía preocupada, algo me advirtió que me iba decir algo malo, en el fondo me sentía asustado.

· -Hace 2 años estuve muy enferma, tenía una enfermedad bastante extraña, visite a muchos doctores pero ninguno supo lo que tenía, todos ellos lo que hacían era observarme y llamaban a otros doctores para que apreciaran mi rareza, me sentía mal, yo no soy ninguna atracción de circo, una tarde visite a un médico, estaba desesperada y quería respuestas, recuerdo sus palabras muy bien –Soy un mal médico, los mejores están atendiendo a nuestros soldados en la guerra- otro me dijo –Pobre de ti, te enfermaste en la peor de la épocas- sabía bien que nadie sabía nada de estaba enfermedad, además de mí que la estaba padeciendo, como nadie sabía nada, no me hice ilusiones de que me llegaría a curar, desde ese momento he estado viviendo mi vida libre y sin preocupaciones, haciendo lo que me hace feliz, desde ese momento he estado esperando la muerte.

Mi mente estaba confundida ¿Qué le debía yo a la vida? ¿Es que acaso uno no puede llegar a ser feliz? Mis demonios volvían y me sentía bastante atormentado. Mire a Lucy a los ojos, se me salieron las lágrimas –Lucy tú no te puedes morir, si mueres no sé qué hare con mi vida, te has convertido en la razón de mi existir, en este corto tiempo Lucy he sentido que te amo- la abrase fuertemente y quebré en llanto –No dejare que mueras Lucy, te lo prometo, así quede en quiebra, te curare, Lucy no te puedes separar de mí.

· -Tú también te has convertido en la razón de mí existir y no quiero que la muerte nos separe, pero hay que seguir la vida adelante, me olvidaras y solo me pensaras cuando te sientas mal.

· -¡No! No digas eso Lucy, envejeceremos juntos, ¡te amo, te amo y nunca he amado a alguien como te amo a ti! Vamos al campo, el aire fresco y la tranquilidad te harán bien.

Con el dinero que tenía a la mano compre un auto y al siguiente día fuimos a Riss Hill compramos la propiedad y nos mudamos ahí, la casa era blanca, su antiguo dueño la había abandonado hace 21 años, la casa en si era muy bonita, pero estaba en ruinas, cualquier persona vería esa casa como una pocilga, pero Lucy y yo la veíamos como un reto, por alguna razón vimos la belleza oculta que tenía.

Le di dinero a Lucy para fuera al centro del pueblo a comprar unos víveres, mientras yo estaría en la casa arreglando una habitación para los dos, la propiedad no estaba muy lejos del pueblo, así que Lucy decidió ir caminando "El aire del campo te sentara bien". La habitación que estaba limpiando era grande calculo que de unos 5x5 tenía un hermoso piso de madera, bastante parecido al del hotel, no estaba dañado, de hecho estaba bastante conservado, solamente estaba sucio y en algunos lados manchado, lance agua por todo el piso, lo coletee, recuerdo que lo hice unas 5 veces antes de limpiarlo bien con jabón, al terminar de limpiar la habitación fui a sacar el auto para comprar pintura, brocha, una cama y un colchón, para pasar bien la noche, necesitaba hacer todo rápido, no quería que Lucy llegara y que la habitación no estuviera terminada, en poco más de 30 minutos, había comprado todo lo que necesitaba, puse manos a la obra y empecé a pintar la habitación del color favorito de Lucy ¡Blanco! Haciendo todo descomunalmente rápido termine en 2 horas, ya habían pasado unas 3 horas no faltaba mucho para que Lucy llegara, fui a la casa de mi madre y le pedí el favor a Josh (Mi padrastro) que me ayudara a armar la cama, él había sido carpintero toda su vida y no le tomo mucho armarla, tocaron la puerta, no podía ser más nadie que Lucy, sin decir una palabra me beso con ese entusiasmo que tenía cuando la conocí.

La propiedad tenía un terreno con pocas hectáreas, la casa estaba prácticamente en ruinas, de vez en cuando me sentía estafado porque la verdad habíamos comprado la casa por un precio exagerado, a la vez me sentía bien porque lo único que necesitaba esa hermosa casa era amor, en pocos meses fui reparando la casa con ayuda de Josh, la casa tenía algo mágico porque después de todos esos años que odie a Josh sin ninguna razón, finalmente lo empezaba a ver como el padre que siempre fue, pero a medida que íbamos haciendo la casa más bonita, elegante e íbamos comprando cosas para decorarla, Lucy iba perdiendo su belleza, las ojeras en su cara día a día se iban haciendo más grandes, ella decía que ya no dormía por las noches, sus ojos se veían cansado, su piel blanca y brillante empezaba a marchitarse, cada vez quería comer menos, estaba muy flaca, ella ya no quería que arreglara la casa, quería que la dejara tal y como estaba, esa maldita enfermedad me la estaba quitando, yo quería hacer algo para salvarla y que todo volviera a ser como era antes ¿Pero que podía hacer? Además de darle una hermosa casa para que pasara sus últimos días como la princesa que era. Yo la complacía en todos sus caprichos, todo lo que pedía yo se lo daba.

La noche del 4 de enero de 1945, Lucy me pidió que durmiera en otra habitación –Quiero estar sola- se me hizo muy extraño que Lucy no quisiera dormir conmigo, durante todas esas noches que la acompañe en su enfermedad ella se acurrucaba bajo mi brazo y me decía –Eres un gran hombre- me retire de la habitación con lágrimas en mis ojos, me dolía el corazón y sentía que algo malo estaba pasando, esa noche no pude dormir, me quede mirando el techo y me imaginaba a Lucy envejeciendo junto a mí, esas fantasías me causaban ansiedad y un atroz sentimiento de impotencia. Sabía que algo malo iba a pasar.

Después de una noche llena de ansiedad y desesperación, finalmente amaneció, abrí la ventana y una suave brisa roso mi cara, me calme, fui a la cocina y le prepare el desayuno a Lucy, como lo había hecho desde que la enfermedad no la dejo salir de la cama.

Abrí la puerta del cuarto, hay estaba ella, sus ojeras ya no estaban, se veía igual que esa ves que la vi por primera vez.

· -Lucy te prepare tu desayuno favorito, fruta picada con leche condensada, chocolate, galletas y café negro sin azúcar – Ella no despertaba, me sentí raro, se me revolvió el estómago, deje caer la bandeja con el desayuno, tome su cara con delicadeza –Lucy, Lucy- empecé a gritar –Está muerta- empecé a llorar como niño, estaba furioso empecé a golpear la pared, Lucy estaba muerta, habita roto mi promesa, me arrodille ante ella y con lágrimas en los ojos, le pedía perdón una y otra vez, también le daba gracias por hacerme el hombre más feliz del mundo durante estos meses.

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Rick PatersonWhere stories live. Discover now