Capítulo 11: Un gran instructor

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Todo era como aquella vez que me enliste hace 3 años, me asignaron al pelotón 32-B comandado por el sargento Canterbury, entre a la carpa donde los nuevos reclutas esperaban a Canterbury, algunos jóvenes estaban jugando cartas, otros se ejercitaban, competían para ver quién podía hacer más repeticiones, no era más que una manera de mostrarle a todos lo musculosos que eran, la mayoría de ellos simplemente fumaban, era una moda maliciosa de la cual en aquella época no sabíamos sus consecuencias, uno de los jóvenes que jugaban cartas noto mi presencia en la carpa, le comunico a los de la mesa y fue una reacción en cadena, por unos segundos todos se me quedaron mirando, se empezaron a acomodar en filas a mi lado, habían dejado un gran espacio para que yo caminara, me causo algo de risa, sabía lo que estaba pasando, pero me mantuve serio, camine lentamente de brazos cruzados haciéndoles pensar que yo era el sargento, no dije ni una sola palabra, solo busque una cama libre y deje mis cosas, me recosté en la cama y descanse, los chicos se quedaron desconcertados, les había hecho pensar a todos que yo era el temido Canterbury, a pesar de que al parecer estaban convencidos de que yo no era Canterbury los jóvenes seguían alertas, ya que estaba en las posibilidades de que fuera una trampa. De repente entro el verdadero Canterbury creo que fui el único que lo noto ya que los demás aún tenían la atención puesta en mí, después de que me puse firme todos siguieron mi ejemplo e hicieron lo mismo, Canterbury era una máquina para emanar ego, se paseaba por en medio de los hombres y los miraba como si fuesen basura, de vez en cuando se paraba enfrente de algún chico y se le quedaba viendo fijamente a los ojos con su mirada violenta, los chicos se ponían sudorosos y cada pocos segundos tragaban saliva, Canterbury paso 5 minutos observando a su pelotón sin decir una palabra y fue cuando decidió dar el típico sermón que le da un sargento a su pelotón.

· -Veo que me dieron una cuerda de imbéciles mocosos niñas de mami, la mayoría de ustedes cuerda de basuras no tiene más de 25 años, déjenme decirles que su vida es un completo fracaso nacieron en la peor de las épocas, la mitad de ustedes no volverá a casa, quizá ninguno vuelva, allá en el campo de batalla llueve sangre, allá afuera no huele al jardín de rosas de mami, huele a carne podrida a muerte y desesperación, la guerra es una completa basura al igual que ustedes. Ahora son míos imbéciles y puedo hacer lo que quiera con ustedes ¿Alguno tiene alguna objeción?

· Todos voltearon la cara y negaron con la cabeza.

Me di cuenta que me habían puesto en un pelotón de novatos, en ese entonces tenía 39 años y como había dicho el sargento Canterbury "El mayor de ustedes tiene 25 años" tenía dos posibles escenarios, convertirme en la mano derecha del sargento por mi experiencia o este podría hacerme la vida imposible por lo antes mencionado.

En el campamento todos estaban firmes derechos sacando el pecho, después de su sermón Canterbury nuevamente se paseaba por en medio de los hombres con los brazos cruzados, entonces se quedó viendo a un chico delgado y al parecer débil, se veía diferente a los otros chicos pues la mayoría estaban definidos y tenían algo de masa muscular, se le quedo viendo fijamente a los ojos, el chico tenia valor porque mantenía el contacto visual con el sargento, grito.

· -¿Cómo te llamas soldado?

· -¡Scott! ¡Señor!- El chico estaba rojo y sudoroso por los nervios, el aspecto de Canterbury en definitiva era intimidante.

· -¡Tu apellido soldado!- Los gritos de Canterbury cada vez eran más fuertes.

· -¡Scoot Bering! Señor.

· -Bering... ¿Tienes valor muchacho?

· -¡Tengo mucho valor señor!- Sus brazos, sus piernas estaban temblorosas y el sudor recorría a chorros su cara.

· -¿Eso crees?- Y cada vez gritaba más fuerte.

· -¡Estoy seguro señor!

· El sargento lo tomo por el cuello de la camisa y le susurro –Si tienes tanto valor dame un golpe en la cara- Me recordó a mi escena con el señor Travis, lo soltó de golpe.

· -¡Imagina que soy un maldito enemigo!

· El chico tomo posición para golpearlo, se veía muy seguro, el sargento Canterbury esperaba el golpe pero el chico desistió.

· -¡No puedo señor!

· -¡Eres un maldito idiota! ¡La próxima vez que te de una orden y no la cumplas te iras de aquí y no volverás mas!- Calladamente dijo- Maldito cobarde- Continuo caminando y después de unos pasos se devolvió lleno de ira -¿Sabes que Scott? ¡Dame 100 Flexiones de pecho! Si desistes te iras con tu mami y no volverás mas.

De inmediato se puso a hacer las flexiones, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7... El sargento gritaba mientras contaba, los chicos lo miraban con lastima, los comprendí pues no estaban acostumbrados a ese tipo de tratos, pero eso no era más que una muestra de cariño, cuando Scott iba a la mitad todos pensamos que iba a colapsar, el chico en realidad tenia valor, a pesar de su desventajosa condición física saco fuerzas de donde no las tenía y continuo, Canterbury cuando veía que Scott se detenía unos segundos para tomar aire lo golpeaba con su palo fuertemente, Scott con mucho sacrificio lo logro estaba bañado totalmente en sudor, jadeaba mucho y estaba totalmente rojo, sus labios estaban pálidos parecía como si fuera a desmayar. En mi opinión seria unos de los primeros en morir en combate.

Canterbury miro su reloj- Son las 9:30 AM- Nos dijo a todos- Acostumbremos a sus piernas a caminar y correr largas distancias- Vallan y troten hasta las 12:00 PM justo a esa hora se van a comer, todos gritamos -Si señor- y salimos a trotar llenos de ánimos, que esperaban era el primer día, aun ni se imaginaban los que les iba a tocar vivir, cuando estaba a punto de salir el sargento me detuvo.

· -Soldado Paterson- Dijo con un tono de vos sínico y arrogante.

· -Dígame señor.

· -Usted trotara hasta la 1:30 PM

· Me molesto un poco -¿Por qué señor?

· Se puso rojo de ira- Nunca me cuestiones Paterson, yo aquí soy Dios ¿Entiendes?

· -Entiendo señor.

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Rick PatersonWhere stories live. Discover now