Confesión navideña (Visaza)

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Un día lluvioso (parte 2)

Bogotá, 24 de diciembre. Era la primera navidad que iban a recibir sólo los 4 juntos; Simón, Alejo, Isaza y Villa.

— ¿Está listo para lo de hoy? — Dijo Villamil mientras abrazaba la cintura de su chico y depositaba un beso en su mejilla.
— Sí— respondió Isaza suspirando—Son nuestros amigos, nos van a entender
—Nada puede malir sal
— Es lo primero que sale mal — Ambos se rieron, era muy común entre ellos relacionar todo con Los Simpsons.

Ya habían pasado dos semanas de aquel beso a oscuras bajo la lluvia. La relación entre los Juan Pablos iba más que bien, a excepción de un pequeño detalle, nadie más que ellos sabían de la existencia de la misma. Ni siquiera Alejo y Simón, sus mejores amigos. Pues todo esto era nuevo para ambos, nunca habían hablado del tema con ellos y no sabían de que manera iban a reaccionar.

— Tranquilo, amor, estamos juntos en esto — dijo Villamil mientras apoyaba su cara en la espalda de Isaza, sintiendo su aroma a perfume que tanto le encantaba.
—En esto y todo — Juan Pablo dejo las verduras que estaba cortando sobre la mesada y se dio vuelta para quedar cara a cara con su pareja — Lo quiero

Villa quedó congelado unos segundos, era la primera vez que se decían que se querían. Si bien se lo demostraban con acciones todos los días, era muy distinto a decirlo.

—Yo también lo quiero — dejo un fugaz beso en los labios de su novio.
— ¿Qué es eso? Béseme bi…

Isaza fue interrumpido por el sonido del timbre

—Está sonando el timbre, Isa, deben de ser los chicos
—No lo voy dejar hasta que me dé mi beso — le advirtió a Villamil

Villa sonrió y audazmente logró zafarse del agarre.

—Tengo que abrir, sino me van a trabar el timbre

Villa se dirigió a la entrada para darle la bienvenida a su amigos

—¡Villaco! — el primero en entrar, con su particular energía, fue Simón, quien traía consigo el postre.
— ¡Monchito! ¿Cómo le va? — respondió Villa devolviéndole el abrazo a su amigo.

Detrás de Simón venía Alejo con las bebidas.

—Alejo ¿Cómo está?
— ¡Hola Villita! Muy bien y usted
— Bien. Pasen, pasen. Isaza está en la cocina, por si quieren ir a saludar
— ¿Isaza temprano? — se sorprendió Alejo

Aleho no era el único sorprendido, Simón se encontraba igual. Isaza no se caracterizaba por ser puntual y mucho menos por llegar temprano. Lo que no sabían los chicos era que él estaba ahí desde el día anterior.

—Sí, aunque no lo crean — bromeo Villa.
— ¡Estoy escuchándolos! — se oyó el grito de Juan Pablo desde la cocina. Los cuatro amigos rieron.
— Pónganse cómodos voy a dejar las bebidas en la nevera — dijo Villa desapareciendo por la puerta de la cocina.
—¡Villaco, el postre! — avisó Simón, pero su amigo no lo escuchó.

— ¿Con qué hablando mal de mí? — Isaza le “reprochó” a Villa cuando este entró en la cocina
—Jamás — le respondió entre risas Villa mientras dejaba las botellas en la heladera.
—Usted me debe algo
— ¿Va a insistir toda la noche?
— No, si me lo da ahora
— Pero están los chicos afuera
— No se van a enterar

Villa se acercó tímidamente a su chico y unió sus labios. Isaza sin dudarlo lo tomó por la cintura y lo acercó a él.

Narra Simón:

—Creo que no lo escuchó — me avisó Alejo

Definitivamente Villaco no me había escuchado.

— ¿Por casualidad tiene un cargador? Me olvidé el mío en casa
—Creo que sí, déjeme buscarlo

Esa noche nos íbamos a quedar a dormir en la casa de Villa, por lo que traje mi bolso con lo necesario para pasar la noche fuera de casa. Mi cargador, desafortunadamente quedó debajo de todo. Cuando por fin logre encontrarlo, se lo entregué a Alejo, me saqué el abrigo y me dirigí a la cocina para poder darle a Juan Pablo el postre. Al entrar quedé sorprendido a ver la imagen que tenía en frente mío. Mis dos mejores amigos besándose.

— ¡Ay! Chicos, perdón — dije tímidamente para hacerme notar, ellos rápidamente se separaron.
— ¡Monchi! — se sorprendió Isaza
— Pensamos que estaban en el… — Villa se notaba nervioso, por lo cual lo interrumpí.
—Tranquilos chicos, soy su amigo, lo único que me sorprende es que no nos hayan contado ¿Son pareja?
— Sí, hace 2 semanas — dijo un poco más relajado, Villamil.
— ¿Alejo sabe?
— No, en realidad usted es la primera persona que lo sabe — esta vez respondió Isaza
— Estoy muy feliz por ustedes, perros, denme un abrazo.

Los tres nos abrazamos, al mismo tiempo que escuchamos unos pasos desde la sala de estar.

— ¿Van a tardar mucho? Me aburro allá sol…— Alejo entró en la cocina — ¿Qué pasó? ¿Por qué me dejan fuera del abrazo grupal?
— Tenemos algo que contarle, Villamil y yo — Juan Pablo se separó de nosotros y se dirigió a Alejo. Se lo notaba más tranquilo, claramente se sacaron una mochila de encima al contármelo.

—Nosotros dos… — Villa suspiró antes de contar la noticia — somos pareja
— Ya lo sabía
— ¿Lo sabías? — dijimos los tres al unísono
— Sí, los vi una vez tomándose de las manos cuando pensaron que nadie los veía, aunque creí que era cosa mía, pero hubo varias actitudes estos últimos días que me hicieron sospechar. Decidí respetarlos y no preguntar, me alegro que se sientan seguros y se abran con nosotros.
— ¡Gracias, Posada! — Villa abrazó a su amigo

Narra Isaza:

— Celebremos este momento con un beso Visaza — exclamó Simón
— ¿Visaza? — pregunté sin entender
— Sí, Villa e Isaza
— ¡Ay Monchito! Sale con cada cosa — dijo Alejo y todos reímos
— ¡Venga aquí! — Tomé a mi chico de la mano y lo atraje a mí, posé mis manos en su mejilla y lo besé.

Probablemente este es uno de los momentos más felices que viví. Estoy con el amor de mi vida, mis mejores amigos y ya no tenemos que escondernos más. Contarles a los chicos es el primer paso para poder gritarle al mundo que amo a Juan Pablo Villamil y que él también me ama a mí.

Sobre enamorarte de tu mejor amigo y sus efectos secundariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora