Unicornio 11.

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- ¿Quieres cazar al fantasma? - Sus palabras y amable sonrisa resonaban en mi cabeza. ¿Me ayudaría si supiera de quien se trata? No lo creo, no es como si se llevaran bien. Tal vez debería decirle quien es.

- Bueno, no es exactamente un fantasma.

Me miro extrañado. - Entonces, ¿Qué es?

- Un amigo. - Su rostro no deja de reflejar duda. No tengo idea de lo que esta pensando. ¿y si cuando se de cuenta decide molestarlo? Puede que haya cambiado, pero si no... ¡estaría exponiendo a Rubén! tal vez lo vea como una presa. - No creo que sea buena idea... - Susurre al ver la foto que estaba asomando por un lado del  sobre.

- ¿Qué? - Me pregunto igual de confundido que antes.

- Vamos a otro lado. - Le pedí poniéndome de pie y tomando el vasito con helado, el hizo lo mismo y caminamos hasta el auditorio. Supuse que no habría nadie por lo que decidí contarle, bueno mas que contarle desahogarme. Nos sentamos en la orilla de podio.

- ¿Y bien? - pregunto lleno de incertidumbre igual que antes.

- Recuerdas a un chico pelirrojo de la primaria y secundaria...

- Ah sí. - Me interrumpió. - El cerdito favorito de Alisson. - Dijo pero en sus palabras no senti la intención de ofender.

- ¡No le llames así! - Le grite. No debería hacerlo, el es amable conmigo.

- Tranquila, solo era para entender de quien hablamos. - El no mostraba maldad como cuando era niño, quizá si, solo quería una referencia. - ¿Qué pasa con el? 

- Bueno de niños tu y la señorita mandona lo molestaban mucho, y el se fue ¿recuerdas? - Le pregunte. El movió la cabeza en señal de sí. - Creo que va a estudiar aquí, y creo que sus padres no quieren que seamos amigos.

- ¿Y eso? - Dijo raspando el vasito de su helado con la cuchara. - Tu eras muy buena con el. - Me dijo viéndome a los ojos.

Después de meditarlo un rato encontré la respuesta a su pregunta. - Tengo el presentimiento de que me asocian con todo lo malo que le hicieron. - La cara del joven junto a mi parecía llena de culpa. - Perdón... - Le dije. - No estoy intentando culparte. - Me arrepentí de haberle contado, tal ves debí haberle dicho a Lizza. Pero no a el.

- No te disculpes, realmente yo tengo la culpa. -  Tiene la cabeza baja y apreta el vaso entre sus manos. - El realmente te gustaba cuando éramos niños. - Ante su comentario me siento un poco sofocada como si me faltara el aire, mis manos están sudando y no tengo idea de porque. - Digo, te agradaba. - Se rio dulcemente al ver que estaba nerviosa. 

Probablemente más roja que un tomate me atreví a decir - ¿Porqué lo molestaste tanto? - En mi pregunta se mesclaron el reproche y la broma.

- Realmente es una historia larga, y solo puedo decir que no me agradan los niños llorones.  

- Ahora... - Hice una pausa. No se si esta bien incriminarlo antes de que hiciera las cosas pero quiero saber que Rubén no iba a ser molestado.

- ¿Voy a molestarlo? - Me alzo una ceja, y luego se rio de mi cara de sorpresa

- ¿Cómo...? 

- Te conozco, Mell. 

- ¿Mell? - Arquee una ceja y lo mire confundida.

- Me gusta, de ahora en adelante te llamare así. - Sonrió. - Nos vemos. - Se  levanto y dos segundos después sonó la campana de la siguiente clase. 

Lo perdí de vista cuando salió del auditorio. Había sido agradable estar con el, no era como antes el niño inmaduro y grosero, algo cambio en el. Puedo decir que creció, o algo así. 

Voy hacia el salón donde tenemos clases, ya tengo mis cosas. Cuando llegue aun no estaba el profesor pero fuera del aula estaba Rubén, no había entrado. Sonreí al verlo y el parece darse cuenta de mi presencia. Supongo que sigue siendo tímido.

-¿No entras aun? - Le dije, espere unos segundos pero no había respuesta de su parte. - ¿Estas bien? - Volví a intentar, sin respuesta. - Oye... - Trate de nuevo, esta vez tome su mano con delicadeza. 

- Solo déjame, Ángel. - Quito mi mano de la suya. - Ya no te necesito. - Sentí una punzada en el corazón. El me había dicho ¨ángel¨ pero no porque haya leído ¨hush hush¨ si no por mi apodo, ¨Pigel, el ángel de los cerdos¨. 

Me quede unos segundos observando el joven en el que se había convertido. No tenia sentimiento en su mirada, sus palabras fueron para mi tan frías como una avalancha. Me dolía perder a mi amigo, pero tal vez me dolía más que el ya no me necesitaba. Yo si a el. Yo si lo extrañe y guarde su recuerdo con cariño. Aun podía recordar su dulce sonrisa de niño y la alegría en sus ojos. Pero quien estaba frente a mi, no tenia nada de eso. 

Era un extraño.


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⏰ Última actualización: Jan 25, 2019 ⏰

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