Capítulo 1

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El lugar era hermoso como un lindo paisaje que uno aprecia en las fotos de revistas, el aire rozaba mi rostro con delicadeza. Todo lleno de vida movía las ramas de los árboles altos, verdes y frondosos que se encontraban a mí alrededor extendiéndose hacia lo más profundo de un oscuro bosque. El sol estaba en su punto más alto y sus rayos daban la sensación que abrigaban todo lo que encontrara en su camino del frio viento que te rodeaba, haciendo una combinación perfecta de regocijo. Las flores más coloridas que jamás había visto se encontraban no muy lejos del lugar de donde estaba. Podía percibir su dulce fragancia con la brisa que el viento provocaba y las aves producían un suave canto de armonía dándole un fondo perfecto al lugar.

Me encontraba recostada sobre un verdoso césped, tan suave como la seda que se extendía a lo largo de todo el lugar como queriendo cubrir todo lo que se encontrara a su paso. Cerré mis ojos apreciando cada sonido que había a mi alrededor, queriendo conocerlo todo y a la vez absorberlo todo, sin perderme de cada movimiento o suceso que ocurriera ahí. Parecía como si tuviera todo el tiempo del mundo y con más ganas quería disfrutarlo todo. Escuchado cada sonido que me rodeaba pero el sonido en particular que me llamo más la atención fue el agua. Sus movimiento se dibujaban en mi mente, imaginándome olas provocadas por la corriente, la cual arrastraba ciertos objetos con él. Me senté mirando a mi alrededor para poder encontrar el lugar de donde provenía aquel sonido. Descubrí que justo detrás de una gran roca el sonido se hacía más intenso, así que supuse que ahí se encontraba la causa de aquel sonido en particular.

Me puse de pie para acercarme más y poder saber qué era eso que arrastraba el agua. Mientras más avanzaba el sonido iba incrementando, supuse que iba en la dirección correcta. A un metro de donde me encontraba pude observar que se trataba de un pequeño riachuelo, con movimientos constantes por la leve corriente y brillaba por el resplandor que el sol irradiaba. Decidí avanzar más rápido para poder descubrir que era lo que el agua arrastraba en sus movimientos. Pero al dar un paso hacia adelante, tropecé con algo y caí al suelo. Me fije que la causa de mi caída se debía al vestido largo y amarillo que traía puesto. Tenía encajes dorados en la parte de inferior de la falda, la tela era suave y poseía pequeñas piedras como diamantes que adornaban la parte superior del vestido. Andaba descalza por lo que agradecí.

Me levante sacudiendo mi vestido con mucho cuidado sin dañarlo y continúe caminando hacia el riachuelo en el que me había fijado. Ya junto al él, noté que habían pequeños pececitos nadando libremente por él y cómo el agua corría con un suave movimiento haciendo graciosos remolinos de agua al pasar sobre las pequeñas piedras que se encontraban bajo el. Además de las piedras, había algo que el sol hacia que destelle un pequeño resplandor de colores, casi parecido a los colores del arco iris. Metí la mano en el agua para sacarlo y descubrí que era un hermoso collar, de color dorado y con una enorme piedra roja como la sangre, pero solo era la mitad de este. Dónde estaba la otra mitad?.

Tomando el collar me puse a observar todo lo que había en ese lugar del prado, habían más árboles que se extendían al bosque, pequeñas ardillas en los arboles y más flores. Me acerque a las ardillas para poder tocarlas, pero estas corrieron como si alguien las hubiera asustado, mire detrás de mí y no había nada. “Capaz no le gustaban las personas y por eso corrieron”, pensé. Mi garganta la sentía seca y me ardía, entonces me di cuenta que no había bebido ni comido nada desde que me encontraba ahí. Capaz el sol me deshidrato. Caminé hacia el riachuelo nuevamente para poder beber agua, pero el agua no me sacio, ni paro el ardor. No sabía que estaba pasando. “A lo mejor me comenzaba a enfermar de gripe. Los primeros síntomas son así!”, pensé.

Teniendo mis pensamientos en mi garganta, percibí un aroma dulce y agradable que hacía que mi garganta ardiera más. Pero qué era ese aroma que me daban deseos de tenerlo. Mire a mi alrededor en busca de donde provenía pero no había nada, capaz tenía mucha hambre o el sol me había afectado más de lo que pensaba. Luego a mi derecha escuche algo moviéndose y al mirar, se encontraba un venado bebiendo agua del riachuelo, estaba lastimado en su pata trasera. Con cuidado me acerque al pequeño venado para poder acariciarlo, era pequeño y café. Se veía tan indefenso en ese lugar, aún no se percataba de mí. Casi podía sentirlo junto a mí, con solo mirarlo. Mientras más avanzaba a él, el aroma dulce incrementaba su intensidad. Su dulzura me llenaba el cuerpo de unas ganas incontrolables de tenerlo y descubrir su lugar de origen. Era dulce, agradable, tentador y mis pensamientos solo eran el ardor en la garganta y el aroma, en nada mas podía pensar. Me consumía.

Memorias OlvidadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora