Capítulo III

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Si le hubiesen dicho a Valentina que esa mañana perdería la virginidad, no lo hubiese creído. Luego de que sus padres se fueron respectivamente a sus trabajos, corrió a sacar del ropero a Sebastián, su novio. ¿Por qué estaba tan temprano ahí?, porque se le había ocurrido la fantástica idea de sorprenderla y entrar por la ventana, quizás si hubiese tocado la puerta no tendría la frente colorada del golpe que Valentina le asestó con el cuaderno que agarró por la sorpresa de ver a un tipo entrar por su ventana. Pero ni siquiera tuvo el tiempo de disculparse ya que sus padres la llamaron a desayunar, la mejor idea fue meter a un adolorido Sebastián al ropero y esconderlo ahí hasta que mamá y papá se fueran.

— ¿Estás bien? —preguntó al sacarlo de su escondite para acariciarle la parte del rostro enrojecida.

— Me esperaba algo más romántico, pero sí.

Después de esas cortas frases, las cosas sucedieron muy rápido. En un minuto Valentina había dicho que la esperara porque iría a ducharse y al otro no lo vio en su habitación, se entristeció, tal vez le había molestado el golpe que le había dado o se habría aburrido de esperarla. Sebastián era de esos chicos que no les gustaba esperar, pero con ella fue diferente, para empezar dejó a Alejandra por ella, hecho que la sorprendió pero que amó con toda su alma. Sintió como unos brazos la rodeaban para abrazarla y supo que era él inmediatamente, así que no hizo más que corresponderle.

— Parece que no aprendes que las sorpresas no me gustan —dijo entre besos, apenas despegándose.

— Esta te encantó.

Y así fue como sucedió, la toalla ya no le cubría el cuerpo y la ropa de Sebastián desapareció en cuestión de segundos. Para ella todo resultaba más difícil, el rubio tenía todo bajo control, sabía como tocar y como llevar el ritmo de manera que fuera armónico. ¿El resto?, es más que sabido. No fue perfecto, ni en broma como lo pintan en las películas, pero lo suficientemente agradable como para disfrutarlo. Una vez que terminaron, las cosas fueron un tanto incomodas.

— Y...eh, ¿te gustó? —preguntó Seba con una mueca avergonzada y dulce.

— No estuvo mal.

Le dio un beso pequeño en los labios y se hizo de las sabanas para cubrirse, había oído que la primera vez no era la cosa más maravillosa y todos los que lo dijeron, tenían razón.

Fue a la habitación de sus padres para encerrarse en el baño, algo más privado del que estaba en el pasillo. Se miró en el espejo y encontró una marca en su cuello, a Sebastián no se le podía ocurrir mejor lugar para dejarla marcada. Sonrió, no, no había estado mal.

Justo cuando se disponía a salir comenzó a sonar un teléfono insistentemente. Miró y encima de la cama se encontraba el aparato vibrando y sonando como si urgiera en ser contestado. Cuando se acercó y lo tomó, notó que era el de su mamá y que en el visor salía el nombre de la Josefa Urrutia, una amiga de toda la vida. Valentina prefirió contestar para decirle que su mamá había salido y que había olvidado el celular en casa. Pero por alguna razón instintiva, cuando contestó dejó que la persona de la otra línea hablara primero.

— ¿Ya vienes? —esa era una voz masculina, definitivamente no era la Josefa Urrutia—. ¿Mi amor?, ¿hola?, ¿estás ahí?

¿Por qué un hombre llamaba "mi amor" a su mamá?

Cuando volvió a la habitación, Sebastián seguía tendido en la cama, en calzoncillos y mirando su celular distraídamente. Ella no podía dejar de pensar en esa voz masculina diciendo "mi amor" una y otra vez.

Se acomodó junto a su novio y lo abrazo con fuerza cerrando sus ojos, solo su aroma, su piel y su calidez podían calmarla y no quería perder eso tan preciado. 

  — Prométeme que nunca me vas a engañar —susurró buscando su mirada.

— Te lo prometo —aseguró con una sonrisa para luego dejar pequeños besos en su frente. 

Pero eso no bastaba para dejarla tranquila, porque no era ella la perjudicada en ese momento, era más grave que perder un novio, ya que estaba en juego su familia y a pesar de que sentía que no debía meterse, necesitaba saber lo que estaba pasando.

  Pero dicen que la curiosidad mató al gato y al parecer, en esta historia no va a existir un solo caído.  

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