A la mañana siguiente
Como todos los días Pablo se levantó bastante temprano, tras haber cepillado sus dientes y tomar una ducha mañanera, salió de su casa para poder hacer aquello que lo apasionaba, aquella afición secreta que lo hacía sonreír, la fotografía.
Con su cámara al cuello y un buen celular en el bolsillo se dirigió a donde estaría su fuente de inspiración, nada más ni nada menos que la Vale, nuevamente. Como ya era costumbre, desde que sus sentimientos se intensificaron, era su musa, cada una de las fotografías que había tomado eran de ella, era como su pequeño secreto, lo que le traía placer a su vida.
Una vez llegó a su casa, se escabulló detrás de unos arbustos y esperó hasta ver salir, primero al padre que tomaba la camioneta y se iba, y luego a la mamá de la mano del hermano más pequeño que se subían a la van y partían.
La buscó con la mirada, y la vio en la puerta mirando atentamente a su familia, como si estuviese ansiosa de que se fueran. Cuando Pablo y Valentina vieron a los respectivos autos perderse en las esquinas, Vale cerró fuerte y rápido la puerta y desapareció del radio de su visión. Los minutos pasaron y no existía señal de que volviera a asomarse para regarle, aunque sea, una toma.
Estaba decepcionado y dispuesto a irse, cuando por el rabillo del ojo divisó una luz encenderse en la que era la habitación de ella. Con el aliento recuperado, se acercó un poco, sin salirse de los arbustos y ahí la vio, de espalda a la ventana, cubierta por una simple y sedosa toalla, con su cabello húmedo goteando suavemente en sus hombros y su torso. Pablo no podía imaginar un momento más perfecto que ese, para él, la chica más bella que existía. Excitado de emoción y embobado, llevó su cámara a los ojos y comenzó a sacar fotos y más fotos, todas las que pudiera obtener de esos segundos. Pero cuando la toalla se deslizó del cuerpo de Valentina, deseó estar junto a ella, ya no le bastaba con un par de fotografía, la necesidad de ser el dueño de ella se intensificó causándole mil emociones.
Todo el momento parecía estar hecho para que disfrutara, pero...momento No, no, no ¡Tú no! ¡Lárgate! Pensó mientras su ceño se fruncía al ver al novio de Valentina ir hacía ella, para besarla, para tocarla, mientras ella le correspondía acariciándolo como si sólo existieran ellos dos. El el corazón de Pablo crujió de rabia, ¿Qué debería hacer? ¿Golpearlo? ¿Dejarle en claro que ella era suya? ¿Era suya?, o ¿sólo era de él en su cabeza?
Lo cierto es que solo una cosa lo detuvo, verla sonreír, como nunca había sonreído con él. Optó por darse media vuelta y largarse, solo una cosa lograría calmarlo y tenía que hacerlo.
Fue un largo y silencioso camino de vuelta a su casa, lo único que era capaz de pensar era en la asquerosa escena entre Valentina y su novio, ¿cómo alguien tan magnifica como ella podía estar con un imbécil tan grande?
Al llegar a casa dio un fuerte portazo y corrió escaleras arriba haciendo sonar cada paso que retumbaba en el silencio de un hogar vacío. Una vez que entró en su habitación tomó un par de baquetas, se colocó sus auriculares y se sentó frente a su batería, comenzó a tocar con fuerza, con pasión, incluso con odio, odio por no ser el que estaba ahí con Valentina, odio por no ser él que provocara sus sonrisas, odio. Los recuerdos de aquella escena, de Sebastián tocándola y besándola, que repugnante. Golpeó con más fuerza la batería, lastimándose las manos, pero sin importarle porque tenía esa imagen en su cabeza y se repetían una y otra vez. De un momento a otro las baquetas se rompieron ante la fuerza que ejerció en los tambores, sólo eso lo hizo caer en cuenta en las heridas que se había ocasionado en las palmas.
La respiración se le aceleró aún más al ver las gotitas de sangre mojar sus tambores. El sudor había comenzado a caer por su frente. Estaba vacío por dentro, todo por culpa de lo que había visto.
Si de algo había servido repasar meticulosamente las imágenes, era para crear una idea que estaba seguro lo haría sentir bien nuevamente. Tenía que demostrar que el novio de Valentina no era tan perfecto como se creía, tenía que separarlos a como fuera lugar. Una sonrisa se formó en sus labios marcando un par de hoyuelos en sus mejillas, definitivamente tenía una grandiosa idea. Tal vez así ella se daría cuenta que estaba con el hombre equivocado, que no necesitaría más al imbécil de su novio y si todo salía como lo planeado, ex novio... aquellos pensamientos lo hicieron sentir fuerte, lo hicieron sentir... Vivo.
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Silenciados
Tajemnica / ThrillerAcompañarlo al piso de arriba fue su primer gran error ¿Cuál será el de los demás? ¿Te atreves a descubrirlo? O más importante... ¿Podrás guardar el secreto?