Capítulo V

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Como todos los días, Soda se levantaba, se bañaba y se quedaba horas mirándose en el espejo, afeitaba los intentos de barba que amenazaban con salir y se preocupaba que el cabello le quedara perfecto. La apariencia hablaba de uno, lo que le muestras al mundo, es lo que realmente eres. Y en su círculo, eso era la regla fundamental, para que hablar de su papá. Siempre con camisa limpia y vestimenta impecable.

— Eres guapo, me casaría contigo —coqueteó a su reflejo, se guiñó y sonrió—. Pero soy de Vanessa, lo siento guapetón.

Sintió el exquisito aroma a panqueques (su favorito) y el reconfortante olor de los granos de café en la cafetera. Bajó apresurado y se instaló en su puesto esperando que el desayuno llegara a sus manos y así devorárselo.

Su padre, bajo, bien arreglado e imponente como siempre y se sentó en la cabecera, encendió el televisor y las noticias hablaban de cómo iba la vida de la primera pareja homosexual en Latinoamérica.

"Alex Freyre y José María Di Bello realizaron la ceremonia de forma secreta hace unos años en la provincia austral de Tierra del Fuego, tras obtener el permiso de la gobernadora Fabiana Ríos.

Hoy en día se encuentran realizando los trámites requeridos para adoptar a su primer hijo...".

— Los maricones adoptando, primero fueron los matrimonios en masa y ahora esto ¿Qué sigue después?, No entiendo cómo pueden dejar que algo tan antinatural esté en la televisión pública y como si todos tuviésemos que estar de acuerdo —bufa con molestia, definitivamente su desayuno se había arruinado por completo.

— ¿Hombres con hombres? —dijo la madre del Soda mientras esboza una mueca—. Que antinatural, es decir, Dios creo al hombre y a la mujer por algo.

— ¿El tío Ben no es gay? —preguntó Soda en tono inocente.

— Eso es muy distinto —sentenció el señor Klein.

Y claro que era muy distinto, El tío Benjamín era el más joven de los hermanos Klein y seguramente el más agradable, con él que más podía conversar, de cualquier cosa, no importaba el tema porque siempre encontraba algo de qué hablar. Soda recordaba que siempre llegaba con un buen regalo a sus cumpleaños y era el único que se quedaba junto a él, celebrándolo.

Pero un día el tío Ben desapareció como si se lo hubiese tragado la tierra y abandonó a sus dos hijos y a la reconocida diseñadora de modas, Olivia Abbaci, su esposa. Cuando todo eso pasó, Soda tendría unos doce años y poco entendía de lo que hablaban sus padres cuando creían que él estaba en su pieza y no detrás de la puerta escuchando todo como buen intruso que era. Pero lo poco que escuchaba lo fue entendiendo con el tiempo, cosas como ese marica abandonó a su familia cobraron sentido cuando ya estaba más grande.

Y así pasó el tiempo, hasta su cumpleaños número dieciséis, cuando el tío Ben apareció en su jardín con un regalo en una mano y la otra entrelazada con la de un tipo de unos treinta y algo, con buena pinta y una cara muy familiar, después descubriría que se trataba de un modelo que antes trabajaba para el estudio Abbaci. Recordaba que el tío Ben se le había acercado y con una sonrisa le había entregado el regalo y dicho ¿cómo está el más real de los Klein?, no había alcanzado a responderle cuando su padre lo lanzó de un empujón lejos de él, gritándole un montón de cosas que Soda prefería olvidar.

Esa fue la última vez que supo del tío Ben.

— A mí me vale —añadió Soda llenándose la boca con los panqueques para ocultar la tristeza de los recuerdos—. Quiero decir, ¿qué me importa?, mientras no se interesen en mí, ¿qué sean felices para siempre?

Mamá y papá miraron a Soda como si no estuviese hablando en serio, y este prefirió callarse y tragarse hasta el último de sus panqueques, le cargaba que sus padres fueran tan conservadores. Es decir, si supieran que hace Vanessa en sus noches libres, lo encerrarían con llave en su habitación hasta que decidiera no seguir de novios. Tuvo que contener la risa de sólo imaginarse la cara de su padre si le dijera lo diabla que es su novia.

El empresario Baltazar Campbell vuelve de su viaje para reabrir el antiguo hospital infantil...

La televisión, esta vez, trasmitía al padre de una de las chicas de su grupo, Alejandra, la mejor amiga de su novia.


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Perdonen por tardar pero fuimos raptadas por aliens salvajes uwu


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