Nueve.

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Veinte estaciones y diez minutos andando después, llego a casa de Cameron. La recordaba bastante más grande que ahora... Efectos del alcohol, supongo. Llamo con los nudillos y una niña pequeña, tendrá unos doce o trece años, me abre la puerta rápidamente y luego se va hacia el interior de la casa, dejándome quieta en el umbral de la puerta de entrada.

- Hola - pego un bote del susto cuando he puesto el primer pie dentro de la casa y me giro, para ver a un Cameron muy despeinado, con grandes y marcadas ojeras y un gesto bastante serio. Algo grave tiene que haber pasado para que no lleve su pelo engominado hacia atrás como de costumbre. Cameron Adler puede estar sonriente o serio, seco o sudoroso, pero siempre, y cuando digo siempre es siempre, lleva el pelo bien peinado.

- Hola... - digo y me hace un gesto con la cabeza para que suba por las escaleras. Asiento y paso delante de él.

Conozco el camino. Ya he estado aquí otras veces, pero Cameron tiene que ponerse delante de mí para abrir la puerta de su habitación. Me había puesto delante de la puerta del baño, y es que creo que he pasado más tiempo en el baño de esta casa que en cualquiera de las otras habitaciones que hay. La habitación de Cameron es blanca, con los muebles grises y negros. No tiene pósters, pero sí que tiene algunos marcos de fotos con sus amigos y su familia, al igual que dos estanterías llenas de trofeos y diplomas. 

- Pensé que no ibas a venir - Cameron se sienta en su cama y me hace un gesto para que haga lo mismo - La última vez que te mandé un SMS diciéndote que tenía que verte, me estaban arrestando y llevando a comisaría.

- Lo recuerdo bien - sonrío levemente - Pero tenía la esperanza de que esta vez no te estuviese la policía en la puerta de tu casa - sonreímos - Tienes muy mala pinta. ¿Lo sabías? -él asiente - ¿Qué te pasa?

- ¿Sin rodeos?

- ¿Cuando me han gustado los rodeos, Cam? - ladeo la cabeza un poco y él sonríe, levantándose de la cama - ¿A dónde vas?

- Voy a poner música... Sin música, mi habitación parece un jodido hospital - ríe y se acerca a la mini-cadena que tiene en una de las estanterías en plata que hay en su habitación - ¿You Me At Six te vale?

- ¿Qué si me vale? - abro los ojos, sorprendida - ¡Me encantan! - grito de alegría y sonríe ampliamente, poniendo en el reproductor el último disco que la banda británica ha sacado - ¿Lo sabías?

- ¿El qué? - enarca una ceja mientras vuelve a sentarse en su cama.

- Que me gusta You Me At Six - él ríe y se pasa la mano por el pelo, echándoselo hacia atrás, peinándolo como lo lleva siempre, pero sin tanta laca o gomina o lo que narices se ponga en el pelo.

- Pues no. La verdad es que no tenía ni idea - sonríe y se cruza de brazos - En realidad sé muy poco respecto a tus gustos y preferencias... - vuelve a su semblante serio y frunzo el ceño - ¿Qué?

- ¿Me vas a decir el por qué he venido? - se apoya en la pared, estirando las piernas hacia donde estoy yo, y yo me coloco en la misma postura, pero al revés, para quedar mirándonos el uno al otro.

- Ah sí... Pues... - se rasca la cabeza - Era para preguntarte sobre lo que te pasó el otro día en la fiesta.

- ¿Y por eso me has hecho venir tan urgentemente? - comienzo a reír y él me mira con una ceja levantada - ¿De verdad Cameron? ¿No podías habérmelo preguntado mañana en clase? - niega con la cabeza - ¿Y por teléfono? - vuelve a negar - ¿Y se puede saber por...?

- ¿Estás saliendo con Ryan? - me interrumpe y dejo de hablar al instante - Y respóndeme lo más sinceramente posible, Lena.

- No.

Get yourself a bad boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora