Epílogo

227 14 7
                                    

     ''¿Qué he hecho?...'' Eso es lo que no paraba de pensar Theodore mientras veía como Viola se iba corriendo hacia el cementerio a buscar a su marido. ''¿Qué coño he hecho?''

     Theodore sintió la necesidad de ir tras ella, de decirle que no fuera, de pararla y decirle que su marido ya no era el mismo, que le hará daño... pero no. No podía. Liria se había quedado sola en la casa y Theodore no podía irse sin más, sería muy arriesgado, podría pasarle algo.

- ¿A dónde han ido mis padres? -Pregunta Liria preocupada, mirando como su madre desaparece corriendo por la densa niebla que cubre toda la ciudad.

- Tranquila, volverán enseguida. Tu padre ha ido a por leña, pero se ha dejado el hacha y tu madre ha ido a llevársela.

- Típico de mi papi.

- Sí... típico de Gascoigne. Venga, vamos dentro, hace frío.

Liria entró a su casa y Theodore detrás de ella. Cerró la puerta y corrió todas las cortinas de la casa.

- ¿Qué está pasando?

- Es difícil de explicar Liria...

- Intentalo, seguro que lo entiendo, mi papá siempre dice que soy muy lista.

- Verás... Hay gente en esta ciudad que está enfermando.

- ¿Como una gripe?

- Bueno, es algo más complicado que eso. La gente que está enferma tiene unos síntomas bastante extraños, hasta que llega el punto en el que no pueden ni controlar sus propios cuerpos. Pero tranquila, ya hay gente trabajando para encontrar una cura. Buenos hombres dispuestos a dar caza a las bestias más avanzadas y tratar de curar con viales de sangre a las personas recién infectadas.

- ¿Qué es un vial de sangre?

- Espera, tengo uno por aquí. - Theodore mete la mano en su bolsillo y saca un vial de sangre.

-  Vaaaaaya. ¿Y de verdad es... sangre?

- Así es Liria, una sangre especial.

- ¡Que asco! ¿Y a qué sabe?

Theodore se ríe.

- No sé... de hecho, nadie lo sabe. No se bebe, se inyecta.

- ¡Pues que cosa mas rara!

- Lo sé niña, lo sé... Anda siéntate un rato, yo voy un momento al baño.

     Theodore se levanta y recorre la casa hasta el baño. Una vez dentro, se asegura de cerrar bien la puerta. Es un baño pequeño, lo normal en una casa de una familia como la de Gascoigne y Viola. No eran pobres, pero tampoco tenían el nivel de vida de otros mas afortunados. Theodore se pone frente al espejo y empieza a levantarse la camisa poco a poco. Está herido. Está infectado. Enfrentarse a esas bestias en la Iglesia de la Sanación le ha pasado factura. Theodore sabe que quizás inyectándose el vial de sagre logre curarse. Pero también podría acabar como el Padre Gascoigne.

Toc, toc, toc.

Theodore se sobresalta. Han tocado la puerta, pero juraría que no ha sido la del baño.

Toc, toc, toc.

Efectivamente, es la puerta de la calle. Theodore se baja la camisa y sale a toda prisa del baño. Cuando llega al recibidor ve que la puerta ya está abierta, Liria la ha abierto. Theodore corre y agarra a Liria del brazo separándola de la puerta. Se asoma con la intención de ver quién ha tocado y entonces lo ve. Delante de la puerta, en la calle, hay un hombre con un sombrero bajo, casi tapándole la cara. La vestimenta de dicho hombre llamó la atención de Theodore: a parte del sombrero, iba con una especie de chaqueta larga, como una gabardina que llegaba hasta la altura de sus rodillas, y debajo de esta, una camisa metida por dentro de unos pantalones elegantes, con unas botas altas también. Parecía... Un cazador.

- ¿Qué quiere señor? ¿Ha tocado usted la puerta?

El misterioso hombre, que estaba apoyado en un bastón,  levanta un poco la cabeza dejando al descubierto su rostro. Theodore se quedó algo más tranquilo, no parecía que estuviese infectado.

- Sí, verá... Estoy buscando al Padre Gascoigne.

- Lo siento, no se encuentra ahora mismo, pero puedo darle su recado cuando vuelva si así lo desea. 

El hombre sonríe de una forma que hace saltar todas las alarmas de Theodore.

- En ese caso acércate, se lo diré al oído, es un secreto.

Theodore se dio la vuelta y vio a Liria mirándole, con cara de preocupada. Se acercó a ella y le dijo que esperase en su cuarto y que cerrase todas las puertas, que en cinco minutos volvía. Luego, salió de la casa cerrando la puerta tras de sí, y empezó a caminar lentamente hacia el hombre tenebroso que tan preocupado le tenía. Sabía que si se acercaba a ese hombre estaba acabado, por lo que disminuyó la velocidad de sus pasos para poder pensar un plan. El hombre se dio cuenta y agarró su bastón de una forma muy poco natural. Theodore se percató de dicho gesto y paró en seco.

- ¿Qué pasa? ¿No quieres que te cuente el secreto?

- Bueno... Me estaba fijando en su bastón, y resulta que su diseño me es muy familiar.

- ¿Ah sí?

- Sí... Y apuesto a que no sólo es un bastón, seguro que tiene truco.

- Vaya, vaya... No sabía que era usted un experto en bastones.

- En armas más bien. Sé distinguir a un cazador cuando lo veo.

La sonrisa del hombre se borró de golpe de su cara. Estaban a unos escasos 5 metros el uno del otro, así que estaban dispuestos a atacar.
El cazador hizo un gesto con el bastón y este se convirtió en una espada muy fina pero muy afilada. Acto seguido, se lanzó a darle una estocada a Theodore, pero este dio un salto esquivando el ataque y alejándose unos cuantos metros del cazador. Rápidamente, Theodore echa la mano a su bolsillo y le lanza al cazador unos cuchillos impregnados con veneno. Lento pero letal. El primer cuchillo es esquivado por el cazador, pero mientras estaba rodando por el suelo, Theodore le lanza otro asestándole en una pierna. El hombre grita quejándose.

- Argh... Tienes puntería para ser un viejo.

- Y tú hablas mucho para estar envenenado.

El cazador empieza a reírse fuertemente y saca de su bolsillo alguna especie de antídoto y se lo toma. El veneno desaparece de su cuerpo.

- ¿Y ahora qué, viejo?

El cazador empieza a caminar hacia Theodore sabiendo que ya no le quedan más trucos en la manga. Theodore empieza a retroceder hasta que se topa con un muro y no puede retroceder más. El cazador se acerca aún más rápido y levanta la mano con la espada firme con la intención de darle una estocada final, que acabe con la vida de Theodore.

- ¡MUERE VIEJO!

De repente, la mano de Theodore se torna roja, y un calor infernal empieza a desprenderse de sus dedos. Levanta la mano y cuando la espada está a punto de atravesar su piel, una bola de fuego ardiente sale disparada de su mano hacia el pecho del cazador, haciendo que vuele unos 15 metros y aterrice en los duros adoquines de Yharnam.

- ¿Q... qué...? ¿Conoces el arte de la piromancia?

- Vaya, parece que no soy solo un experto en bastones.

- Maldito viejo... Morirás igualmente... ¡TE MATARÉ!

Otra bola de fuego impacta en la cabeza del cazador, dejándolo inerte en el suelo.
Theodore cae de rodillas al suelo, rendido por el esfuerzo, y por la infección que empieza a hacer mella en su cuerpo. Debe decidir ya, confiar en que el vial de sangre funcione o no. Podría salvarse, pero también podría acabar como Gascoigne. Theodore recordó que Liria estaba sola, en su cuarto, muerta de miedo. Y pensó que alguien debía protegerla. Debía tomarse el vial, pero no ahí, no en medio de la ciudad. Empezó a caminar como pudo hasta llegar al bosque, y ahí, en medio de la nada, se inyectó el vial de sangre.

La niebla se hacía cada vez más y más densa, y la ciudad se llenaba de bestias.

FIN

Muchas gracias por haber leído también este epílogo, que añade una historia adicional a la principal de Gascoigne.
Espero que os haya gustado y gracias por el apoyo recibido.


Bienvenido a casa, Padre Gascoigne (Bloodborne)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora