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Sin estar a todo momento pendiente de qué hablan, es una extraña relajación escucharlos hablar. Sin duda, no me resultaba ya incomodo. Sólo tengo que ignorar y ya. Es perfecto, en manera u otra, no tener que decir o atribuir algo a su conversación.

Estoy lejos de ellos, de sus platicas y atención. No existo, aunque Annabeth volteara y se aseguraba que no estuviera dormido o algo por el estilo; ella solamente entendía que no tenía ganas de hablar y ya. Es genial, pero a  la vez me siento ligeramente incomodo. Nunca consideré buena alguna parte de que me ignoraran y fingían que no existía, es contradictorio, pero ni yo mismo me entiendo.

Soy como como el laberinto de Dédalo, sí, muy buena referencia tengo de mí. No me basta con hablar conmigo mismo para no sentirme marginado, no, aparte tengo que bromear, entre comillas, para mí solo.

Soy patético.

Héroe l|Percy Jackson|lDonde viven las historias. Descúbrelo ahora