Capitulo 2 "Lo que le hacía feliz"

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La puerta sonó con fuerza desperando a Luis, siendo incapaz de abrir los ojos ya que la luz le incomodaba trató de levantarse.

¿Pasaría algo si se hacía el muerto e ignoraba a quien fuese el genio que se le había ocurrido llamar a su casa tan temprano? Ni siquiera quiso mirar su relog cuando sus ojos pudieron acomodarse a la luz y se levantó de la cama y caminó hacía la puerta arrastrando los piés y poniendo su mayor esfuerzo en que sus piernas nos fallaran y caer al suelo en redondo.

La abrió y para su sorpresa frente a él encontró a la joven hija de los vecinos de enfrente, no recordaba su nombre y para lo temprano que debía ser ni se molestó en buscar en su memoria.

- ¿Qué haces llamando tan temprano?- Preguntó directo sonando quizás demasiado borde y desagradable, pero le daba igual.

- Son las tres y media de la tarde.- Respondió ella extrañada, después se rio.- ¿Enserio te he despertado? ¿Estabas hibernando o qué?

¿¡Las tres y media de la tarde!?

- Trataba, pero me has despertado.

- Bueno lo siento, no me imaginaba que estuvieses dormido.

- Pues mira, lo estaba...- Suspiró.

- No eres muy agradable, ¿verdad?- Luis volvió a suspirar. Le estaba empezando a poner muy nervioso.- Bueno, a lo que vine. Mi madre quiere hacer galletas y no tiene miel, me mandó aqui para ver si tu tenias y le podias dejar un poco.

- Voy a ver...

Entró dentro de su casa y para su sorpresa la adolescente le siguió hacía le interior de su casa. Buscó en las estanterias de la cocina y escuchó sus pasos entrar.

- Aquí esta.- La informó sujetando el tarro de miel y se volteó para mirarla.

- ¡Gracias!- Ella sonrió alegre.- ¿Luis era? Lo siento soy malisima con los nombres.

- No te preocupes, yo tampoco sé el tuyo. Y si, soy Luis.

- Yo soy Aitana.

- Encantado, Aitana.

Ella sonrió ampliamente cuando el le entregó el tarro.

- Gracias.

Después de eso salio de la cocina y para otra sorpresa para Luis de Aitana en vez de dirigirse a la cocina fue directa hacia el salón. La siguió confundido. ¿Por qué no se iba y ya esta?

- ¿Te gusta la música?- Preguntó ella dirigiendo sus pasos hacía donde tenía el piano y la guitarra.

- Un poco.

- A mi me encanta.- Totalmente maravillada se sentó en el piano.- Mis padres piensan que es una pérdida de tiempo y que deberia centrarme en mis estudios. Por eso no tengo instrumentos ni nada de eso.

Sintio algo de pena por la niña, ella parecía llevarlo muy bien pero el lo paso muy mal en su etapa adolescente cuando tenía completamente prohibido acercarse a la música. Sus padres tambien consideraban que era una pérdida de tiempo.

Aunque ella no había dejado de sonreir en ningun momento.

- ¿Sabes tocar la guitarra y el piano?

- Si no, no los tendria aqui.

- ¿Fuiste a clases o algo?

- Lo aprendí solo.

Se estaba empezando a sentir muy incómodo por tantas preguntas.

- Que guay. ¿Eres un prodigio musical o algo?

- Para nada.

- ¿Y podrías enseñarme? Me encantaría aprender.

- No tengo tiempo. Tengo demasiadas cosas que hacer.- Mintió.

- Oh vaya...- Volvió a sonreir alegre.- Bueno no pasa nada, gracias por la miel, nos has salvado la vida.

- Me alegro.- Respondió sin sonreir. Se estaba empezando a sentir muy pero que muy molesto con su presencia.

- No eres muy simpático, ¿verdad?

- No soy fan del ser humano.

Ella se rió.

- Que filosófico.- Le miró divertida.- Ah ya entiendo, eres el típico que ha te han hecho daño y estas cerrado a toso el mundo como si todos fuesemos igual, ¿verdad?

Todos son iguales, pensó Luis.

- ¿Necesitas algo más, Aitana?

- No.- Se levantó y se fue a la puerta.

- Gracias de nuevo Luis.- Y se fue cerrando la puerta trás ella.

Luis suspiró del alivio y se preparó lo primero que encontró para almorzar. No tenía mucha hambre pero teniendo en cuenta que no había desayunado debía comer bien si no quería caerse al suelo en redondo. Y no, no le apetecia salir de casa solo para ir al hospital.

Aunque tenía que salir para ir al banco asi que...

Igualmente comió algo.

En menos de veinte minutos había vuelto a casa de nuevo. El banco estaba bastante cerca y había caminado a grandes zancadas, pensó en quedarse haciendo la compra pero rapidamente rectificó su pensamiento. Demasiado tiempo en la calle.

- ¡Hola Luis!- Escucho la voz de la señora de enfrente, que si no recordaba mal se llamaba María. Puso los ojos en blanco y al girarse ni se molestó en poner una mejor expresion. A su lado estaba Aitana, quien tambien sonreía.

Volvio a girarse para seguir esperando al ascensor.

- ¿Ha salido?- Insistió.

- Si, he ido al banco.- Giró su cabeza la máximo que fue permitido por su cuello.

-Nosotros vamos a buscar un instituto para que Aitana termine su ultimo curso. A mitad de año es complicado.- No respondió, ¿y qué le importaba a él?- Bueno Luis, un gusto. Hasta luego.

Cuando escuchó la puerta del portal cerrarse suspiró con alivio. Y con más alivio se sintió cuando llegó a su casa y se tiró al sofá tirando todas sus energías a la mierda. Estaba feliz, eso era lo que le hacía feliz.

bring me to life || aitedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora