Era muy extraño, era una habitación oscura, bueno, negra completamente. No estaba seguro cual de las dos opciones era la correcta. Solo sabía que estaba lleno de confusión y que se escuchaban gritos a lo lejos al mismo tiempo que notaba como si la habitación se hiciese cada vez mas pequeña. Nunca había sido claustrofóbico pero en ese momento lo estaba siendo, una presión era ejercida en su pecho impidiendole respirar, al mismo tiempo que los gritos iban aumentando la cercanía y el volumen.
Hasta que el sonido de un pájaro chocandose contra su ventana, que le hizo dar un pequeño salto del susto, le hizo despertar.
- Me cago en las remil putas que me parieron.- Gritó con furia.- Puto pájaro.
Porque no, ese pájaro no tenía otro lugar para chocarse que la ventana de su habitación, con las miles y millones de ventanas que había en la ciudad de Madrid, tenía que ser precisamente con la suya. Bostezó mientras se frotaba los ojos y se levantaba de la cama dispuesto a prepararse el desayuno.
Desayunó un tazón de cereales con un café, mientras veía en la televisión a una atractiva mujer informar sobre las noticias mañaneras. Eran ya las doce la mañana y supuestamente había quedado con su hermano a las 1 que le iba a presentar a una persona, no pensaba ir, como era evidente. El no había aceptado nunca el hecho de quedar con el, le había dicho por activa y por pasiva que no, que no quería quedar con el y que no quería conocer a nadie. Si su hermano no se lo había tomado enserio no era su problema. A parte, ese dia Aitana iba a la clase por la mañana, lo habían acordado. El universo no dejaba de decirle que no.
Y justo en ese momento el timbre de su casa sonó, habían quedado a las una y media pero estaba seguro que era ella, seguro de que con los nervios se habia adelantado una hora. Y no se equivocaba. La sonrisa y efusividad de Aitana a pesar de ser un domingo por la mañana lo esperó detrás de la puerta cuando el abrió.
- Acordamos que no venías hasta dentro de una hora.- Le dijo serio, aunque en el fondo se alegraba. Estaba aburrido, no había nada entretenido en la televisión para ver. Y esa niña, aunque era insoportable, la podía soportar mas que al resto y era por así decirlo... entretenida.
- Lo sé. Pero yo no tenía nada que hacer, y estoy segura que tu tampoco... podemos hacernos compañia mutuamente.
- ¿Tu no tienes amigos que te hagan compañia o qué pasa? ¿Tienes que venir a tu vecino para que te entretenga?
Por unos escasos segundos la sonrisa de la joven se borró, pero no tardó en recuperarla con más fuerza.
- Si, pero prefiero estar contigo.- Mintió.- No me malinterpretes, no soy la típica adolescente que se enamora hasta adoptar una obsesión enfermiza con un hombre mayor que ella. Pero me caes bien, y compartimos algo muy bonito, la música.
Luis rodó los ojos.
- Entra antes de que te eche a patadas por pesada, Tatiana.
- Vale, Pedrito.
Y entró con una sonrisa pícara dejando atrás al mayor cerrando la puerta.
- ¿Qué miras?- Preguntó sentandose en sofá y tomando la taza de café para beberse un sorbo.
Luis se acercó rápidamente y se lo arrebató de las manos.
-¿No sabes pedir permiso?
- ¿Acaso me hubieses dicho que si?
La sonrisa pícara de Aitana no se borraba y Luis se estaba empezando a poner muy nervioso, ella siempre le ponía muy nervioso porque era totalmente lo contrario a lo que era él. No estaba acostumbrado a tanta alegría y a tanta energía positiva.
