Capitulo 4 "Lo que quieras"

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- ¿Pero qué...?- Luis se quedó mirando a su alrededor en cuanto abrió la puerta. Solo iba a salir unos segundos de su cueva para tirar la basura cuando al abrir la puerta se encontró con muchos papeles sueltos por el suelo y pegados en la puerta y alrededor de esta.

Agarró uno de ellos y en cuanto lo leyó rodó los ojos.

Aitana Ocaña busca profesor de piano, paga bien y no suele portarse mal.

Recogió todo y lo tiró a la bolsa de basura que llevaba en la mano. Cuando iba volviendo a su casa, se encontró con que la joven volvía del instituto, supuso por la mochila, y quiso huir rapidamente aunque su voz aguda le paró.

- ¡Luís!

- Mierda... - Murmuró.

- ¡Luís!- Volvió a gritar. Los pies del chico se pararon instintivamente mientras cerraba los ojos maldeciendo. Esperó a escucharla detrás suyo para girarse.

- ¿Qué quieres?

- ¿Has visto mis carteles?

Como para no verlos.

- ¿Había alguna forma de no verlos?

La sonrisa de ella se ensanchó.

- ¿Y? Qué piensas sobre eso.

- Qué como piensas conseguir todo el dinero para pagarme. Has dicho que pagas bien.

- ¿Eso es un sí?

- Eso es un como piensas conseguir el dinero para pagarme. Ya está. No tiene más historia.

- Tu de eso no te preocupes.- La joven le miró con impetú, esperando una respuesta.

- No. No soy profesor de piano.

- No te pido que seas profesor, profesor de piano. Solo que me enseñes aunque sea lo más básico, lo demás lo podría aprender por mi cuenta.

- ¿Por qué eres tan jodidamente cabezona cuando te he dicho mil veces que no?

- Quien la sigue la consigue Luis, tu lo dijiste.

Se maldijo a si mismo por sus propias palabras. Por lo visto el mismo le había dado la fuerza para seguir jodiendole la existencia con tanta pesadez.

- Mira, Tatiana...

- Aitana.

- Eso.- Claro que se acordaba de su nombre, solo quería señalizar el disgusto que estaba sintiendo por ella hasta el punto de no recordar su nombre.- No es no, y si tu eres cabezota más lo soy yo y estoy se puede convertir en un bucle de malos rollos entre vecinos. Porque eso soy, tu vecino, no tu profesor de piano.

- Tu y yo sabemos que no voy a parar hasta que digas que si.

El mayor trató de respirar con calma cerrando sus ojos, y si tan siguiera despedirse se dió la vuelta y caminó hacia dentro del edificio.

Y no paró, claro que no paró. Al contrario, lo hizo todavia peor. Iba practicamente todos los dos días a su puerta y no paraba de llamar hasta que no la abría y tenían otra intensa y breve conversación sobre el piano.

Y eso era exactamente lo que estaba pasando en ese momento. Aitana había entrado en su hogar sin tan siquiera preguntar por permiso, con la excusa de que necesitaba miel y ahora estaban enfrascados en una pequeña discursión sobre las ventajas e inconvenientes de unas lecciones de piano. Para Luis todo eran inconvenientes, mientras que Aitana solo veía ventajas.

- ¿No te das cuenta que esto es un presagio de nuestras vidas? Yo, la positiva que lo mira todo de un mejor color, tu, el negativo que no le ve nada bueno a nada.

- Orgullosamente negativo.

- ¡Por favor Luis! Te daré lo que quieras.

- Quiero que me dejez en paz.

- No te lo puedo dar si no me has dado tu lo que yo te pido.- Una sonrisa divertida se dibujó en el rostro de la joven.- No seas tramposo.

Luis se quedó pensativo. Quizás debía darle lo que quería. Con unas pocas lecciones, podría darle a la joven los conocimientos más básicos posibles, ella le daría algún dinero por ello y además le dejaría en paz después de eso. Para lo único que la vería sería si alguna vez salía de su casa, y con suerte olvidaba hasta su nombre. Realmente, ya la tenía pegada todo el tiempo a él, no cambiaría nada salvo que le pagaría y además le dejaría en paz pronto. Quizás no era tan mala idea.

- Esta bien.

- ¿Qué?- Se quedó callada. Había estado hablando todo el tiempo donde Luis había estado pensativo, y esas dos palabras le hicieron caer en un enorme silencio. Cosa bastante extraña en ella.

- Que está bien. Acepto.

- Espera, ¿qué?

- Acepto.

- ¡Dios, muchas gracias!- Pegó un salto y le abrazó, aunque el hombre no tardo en apartarse asqueado.

- Sin tocar y respetando mi espacio personal. No hagas que me arrepienta.

- Lo siento. Dios mio, es que no me lo creo. Estoy muy emocionada, voy a ser una excelente alumna, ya verás.

- Pero tiene que haber reglas, ¿está bien?

- Lo que quieras.

bring me to life || aitedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora