Capitulo 1 "Era lo correcto"

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Y ahi estaba de nuevo, en tirando su abrigo a la mesa y tirandose al comedor. Ese no era un día como cualquiera, claro que no. Porque ese día que había vuelto del trabajo una vez más sería el definitivo.

Si, le habían echado. Y lo peor de todo era que en vez de sentirse preocupado Luis sentía como que se había quitado un peso de encima, odiaba ese trabajo, le ponía muy poco interés a todo, ni siquiera llegaba nunca a su hora. Y eso era una de las razones por las que le habían echado.

Cerró sus ojos y empezó a escuchar unos murmullos en el portal, sabía que eran los nuevos vecinos. La casa de enfrente estaba en venta y se había enterado que ya tenia compradores, por lo tanto con toda la información que sabía y con el enorme estruendo causado. Escuchó varias voces, entre ellas una destacablemente aguda pidiendo que tuviesen cuidado de no caer su portatil. Era una adolescente, y Luis solo esperaba que no le causase muchos problemas con acciones típicas de gente de su edad como llegar a las cinco de la madrugada borracha y causando un estruendo terrible, o gritandole a cualquier hora a sus padres como si fuese la única habitante en la Tierra y no pudiese molestar a nadie.

Dejó de pensar en los nuevos vecinos y se dió una ducha poniendose el pijama después ya que no iba a salir más, no era lógico vestirse de nuevo.

Se quedó viendo la televisión un rato hasta que alguien llamó a la puerta. Luis suspiró frustrado, ¿quién podría ser? Literalmente no tenía a nadie, ya que ni tenía amigos, ni novia y no se hablaba con familia desde años atrás.

- ¡Hola!- Le saludó alguien con emoción y alegría en cuanto abrió la puerta. Era una mujer más o menos de unos cuarenta años acompañado de otro hombre, y de una chica delgada y bastante joven que aparentaba unos dieciocho años. Luis supuso que era la familia que se había mudado, junto con la adolescente de la que provenía la aguda voz.

Ella era delgada, de baja estatura. Su pelo, largo y liso, era de color negro y tenía un flequillito que a Luis le resultó adorable y divertido. Era bastante linda, debía reconocer, y sus gafas le daban un aire muy dulce. No parecía ser del tipo de chica que le daba una infinidad de problemas a sus padres y eso alivió a Luis.

- Hola.- Saludó Luis finalmente después de unos segundos analizando.- Sois los que os habeis mudado enfrente ¿me equivoco?

- Para nada.- Respondió la mujer.- Veniamos solo a saludarte, ya que vamos a estar viviendo puerta por puerta mucho tiempo. Mi nombre es María.- Señaló a su marido.- Él es Ángel, mi marido.- Después a la adolescente.- Y ella es Aitana, nuestra hija.

Los ojos de ambos entraron en contacto y Luis hizo un movimiento de cabeza a modo de saludo. Después de un incomodo silencio decidió hablar.

- Bueno... ¿os apetece entrar?- Preguntó Luis algo dudoso de su oferta, no era una persona muy sociable, estaba demasiado encerrado en si mismo pero no quería tener un mal e incomodo comienzo con sus vecinos. Con suerte se irían rápido.

- No queremos molestar.- Respondió la mujer, que decía llamarse María.- Aparte tenemos muchas cosas que recoger y preparar. Pero muchas gracias por la oferta...

Luis supo que con ese parón quiso preguntarle su nombre de una forma indirecta y disimulada.

- Luis.

- Luis.- Continuó ella.- Un placer.

- Igualmente.

Se despidieron y cerró su puerta aliviado. Había sido educado evitando una demasiada mala imagen, aunque de cualquier forma le daba igual, y al mismo tiempo no habían aceptado, porque en el momento que hubiesen entrado se habrian dado cuenta del grado de insociabilidad que tenía al no saber sacar un tema de conversacion interesante o el hecho de que no había ni una sola foto en su hogar. A lo mejor se pensarían que era una especie de psicópata o algo así.

Después de ver otro rato la television y de tratar de componer sin exito, pidió una pizza para cenar, no estaba de animos de cocinar, de hecho no estaba de animos ni para vivir pero eso ya era costumbre. Y ahora que no trabajaba, ni siquiera pensaba salir de su cueva, sabía que no sería muy recomendable si quería conservar una buena salud mental pero ¿qué iba ha hacer? ¿A dónde iba a ir? Literalmente no tenía a nadie para llamar y salir un viernes por la noche y beber hasta que se olvidara de su nombre. Pero al menos en su hogar tenía su piano y su guitarra, y eso valía más que cualquier persona.

La música era la mejor amiga de Luis y este no tenía problema con ello.

De hecho lo agradecía, al fin y al cabo la música no le hacía daño, podía confiar en ella y expresarle todos sus sentimientos sin miedo a sentirse rechazado o dañado. La música, su fiel compañera desde que su familia decidio dejar de hablarle por no compartir las idras de lo que ellos pensaban que era lo correcto.

bring me to life || aitedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora