Al dia siguiente Aitana había aprendido nociones bastante básicas para comenzar con el piano. Luis le había estado enseñando las notas musicales y donde se encontraban cada una de ellas, la joven había hecho un boceto sobre un papel donde estaba dibujado un piano y cada nota puesta sobre el para memorizar las posiciones. Si no sabía donde estaba cada nota musical lo iba a tener muy complicado a la hora de querer aprender algo. También, estuvo mirando algún que otro tutorial en youtube.
Eso es lo que estaba haciendo cuando de repente su telefono sonó sobresaltandola. La voz de su primo Raoul se escuchó al otro lado de la linea telefónica.
- ¿Aitana?
- ¿Qué pasa? ¿Ha ocurrido algo?
- Nada... simplemente llamaba para ver como estabas.
- ¿Seguro?
- ¿Por qué no iba a estarlo?
- Porque nunca me llamas para algo que no sea pedirme algo, ni mucho menos para ver como estoy.
- En qué mala estima de me tienes Aiti.
- No tengo en ninguna mala estima... solo te estoy diciendo la verdad.
- Bueno, pues esta vez te llamo para saber de verdad cómo estás. Con eso de que te has mudado y has cambiado de instituto.
- Pues todo va muy bien.- Mintió.
- ¿Hay alguna amigueta por ahi?
- Si.- Volvió a mentir.- Bastantes de hecho.
- ¿Y noviete?
Silencio.
- No necesito a nadie.
- Claro que no, pero te puede gustar alguien por ahi...
- No me gusta nadie.
- Bueno, bueno, vale.
- Mira Raoul... de verdad que tengo muchas cosas que hacer, no puedo hablar ahora, ¿vale?
- Bueno, vale. Nos vemos.
- Nos vemos.
Y colgó lanzando su telefono contra la pared. Antes su relación con su primo era maravillosa, el rubio era su mejor amigo, lo hacian todo juntos y compartían muchisimas cosas juntos. Pero desde hacía un tiempo atrás se había vuelto lo que venía siendo bastante insoportable. No entendía ni sabía por qué, lo único que sabía era que no quería tener demasiado cerca a alguien con ciertos comportamientos, por mucho que le quisiese.
Miró a través de su ventana, la luz de la ciudad era la que iluminaba las calles en la oscuridad de la noche, observó como un grupo de chavales caminaban juntos, hablando con un tono demasiado elevado, y riendose a carcajadas también demasiado sonoras. Era viernes por la noche, ella debía estar igual, con un grupo de chavales caminando por las calles de Madrid divirtiendose y haciendo las cosas típicas de adolescente. Pero en lugar de eso estaba encerrada en su habitación, aprendiendo las nociones básicas de piano que el día anterior le había enseñado su vecino Luís. Y no le importaba, la verdad era que no, ella estaba bien con estar encerrada en su casa con tan solo la compañia de su música. Era lo que le hacía feliz.
No era que no le gustara la compañia humana, le gustaba y mucho, pero si no se podia y tampoco iba a llevarse toda la noche lamentándose de no tener nadie con quien salir de fiesta. Tampoco era que unas ganas imensas por ello recorrieran su ser.
- ¡Luis! ¿Quieres animarte de una puta vez ya?- Le exigió su hermano, David. Este había insistido para salir de bar en bar aquella noche, divertirse y quien sabe, con suerte conocer chicas. Al menos eso fue lo que dijo él, porque Luis no tenía ninguna intención para llevar a cabo ninguna de esas cosas, y eso desesperaba a su hermano.
