Capitulo 2

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Los meses pasaron volando en esta nueva vida junto a los Jones. Con el tiempo, mi vientre comenzó a hacerse evidente, lo que solo intensificó las preguntas de Ethan. Estaba terriblemente curioso sobre mí, queriendo saberlo todo. Era agotador.

—Alex, ¿ya sabes cómo vas a llamar al bebé? ¿Te quedarás con nosotros después de dar a luz? ¿Quién es el padre? —No dejaba de preguntarme cada vez que estábamos juntos.

Si de por sí los síntomas del embarazo me dejaban sin un gramo de paciencia, Ethan lograba sacarme de mis casillas.

—Primero, el nombre de mi bebé es asunto mío. Segundo, si vivo con ustedes o no, también es asunto mío. Y por último, pero no menos importante: ¡El padre de mi cachorro es asunto mío, Ethan! ¡Métete tu maldita curiosidad por el culo y déjame en paz!

No podía soportar que me bombardeara con preguntas una tras otra. No me importaba ser cruel con él, pues parecía impermeable a mis palabras. No importaba cuánto lo lastimara verbalmente, siempre volvía a hostigarme con más preguntas.

Nuestra convivencia se basaba en su incesante preocupación y su interminable interés por mi bebé. Ethan intentaba ser amable, ser mi amigo, aunque para mí nunca fue más que otro alfa estúpido del que podía sacar provecho.

Pero un día, el dolor comenzó a intensificarse. Faltaba poco para que naciera el bebé, y yo lo sabía. Ethan llegó de la escuela y me encontró en la cama, adolorido y bañado en sudor. Al acercarse, notó la humedad en las sábanas y salió disparado para avisar a su padre. Poco después, volvió y, sin pensarlo, se sentó a mi lado, abrazándome como si eso pudiera calmar el dolor. Fue entonces cuando comenzó la conversación que cambiaría todo.

—No lo soporto... esto es horrible. No creo que pueda aguantar tener al cachorro... voy a morir, lo sé. —El dolor era insoportable, me costaba respirar. Estaba entrando en labor de parto, y el pánico empezaba a apoderarse de mí.

—¡Cálmate, Alex! Ya llamé a la ambulancia, solo aguanta un poco más. Vas a tener a tu cachorro, confía en mí, no vas a morir. No puedes morir, yo... yo no lo soportaría. No puedo perderte a ti también. —Ethan estaba visiblemente aterrorizado, más asustado incluso que yo. ¿Por qué estaba tan afectado? Yo era el que estaba dando a luz, no él.

Entre respiraciones cortadas, pregunté:

—¿De qué hablas? ¿Cómo que perderme "también"? —Pese al dolor desgarrador que estaba experimentando, mi curiosidad superaba el sufrimiento. Había algo en su tono que me inquietaba.

—Nunca hablo de esto, pero... supongo que debo decírtelo. Mi madre murió una hora después de que yo naciera. No resistió. Mi padre dice que apenas tuvo tiempo de verme para decirme que me amaba y rogarle que me cuidara, sin importar lo que pasara... —La voz de Ethan se quebró. Sentí cada palabra como un eco de su dolor, profundo e irreparable.

—No tenía idea de lo que le pasó a tu madre, pero no te preocupes. Digo tonterías cuando me duele. No voy a morir, idiota. —Sentí su abrazo apretarse aún más, así que levanté la mano y acaricié su oreja, casi por reflejo. No sé qué pasaba por mi mente en ese momento, tal vez fue el instinto maternal o el agotamiento, pero jamás pensé que me importaría el bienestar de alguien más que el mío propio.

—No hablamos de mi madre porque es un tema delicado tanto para mi padre como para mí. Pero tenerte aquí, verte con el embarazo... me ha dado algo de esperanza, Alex. Quiero que sepas que, pase lo que pase, mientras yo viva, no permitiré que te ocurra nada a ti ni a tu cachorro. Eres mi amigo, y eso no va a cambiar, ¿entendido?

Su mirada era seria, casi desesperada, como si el peso del mundo descansara sobre sus hombros. Por un instante, el odio y la manipulación que había usado contra él se desvanecieron en mi mente.

Amigo... vaya tonto. No puedo culparlo. Fui el perfecto mentiroso y patán durante meses. Si quería tener a los Jones en la palma de mi mano, un poco de drama no me haría daño. Jugar con los sentimientos de Ethan sería fácil, y además, muy divertido.

Con una sonrisa calculada, tomé su mano y la coloqué sobre mi vientre.

—Entonces, sé un buen amigo, Ethan. Cuida de mi cachorro si algo me llegara a pasar... —Mi voz sonó más suave, casi vulnerable, fingiendo una sinceridad que nunca fue mía—. Es lo único que voy a pedirte.

No pudo contenerse. Rompió en llanto, sus lágrimas humedeciendo mi mejilla mientras se inclinaba hacia mí y apoyaba su rostro contra el mío. El tacto, tan tierno como desesperado, me habría dado asco de no ser porque todo estaba saliendo según lo planeado. Pero entonces, lo que salió de su boca me tomó por sorpresa.

—Por supuesto que lo cuidaré. Puede que no sea mío, pero un padre es quien cuida. Así que pase lo que pase, lo amaré y cuidaré como si fuera mío... Y aunque no pasará nada, Alex, espero ser su padre algún día.

Me quedé en silencio por un momento. ¿Esto era real? ¿Cómo alguien podía ser tan ingenuo? Una vez escuché que los alfa eran inteligentes, que podían oler el peligro desde lejos, que era mejor pensarlo dos veces antes de meterse con uno. Pero Ethan... Ethan era diferente. Era tan manipulable, tan débil de mente, que sabía que podía dedicarme su vida entera solo por un poco de mi atención y afecto. Y obviamente, eso era algo que iba a tomar a mi favor.

—Sí, sí... lo que digas —murmuré, con desdén en la voz, oculto tras una sonrisa amable.

Cuando nació mi cachorro, lo llamé Max. Si alguien me preguntaba por qué elegí ese nombre, no tenía una respuesta clara. Simplemente sentía que era el adecuado. Max... era simple, directo, fuerte. Como quería que él fuera algún día.

Max era el hijo perfecto, y no lo decía solo porque fuera mío. A pesar de ser un bebé, él me ayudaba. Dormía cuando debía, lloraba solo cuando algo lo incomodaba. No era molesto, como otros cachorros solían ser. Era como si realmente entendiera quién era yo, como si supiera lo que me irritaba y lo evitara a toda costa. En un mundo lleno de personas que me desagradaban, Max era la única criatura a la que amaría de verdad en toda mi asquerosa vida.

Gracias a que Max no me causaba problemas, pude comenzar a trabajar e independizarme en un año. Aunque los Jones me habían ofrecido su casa para criar a mi hijo, yo ansiaba mi privacidad. Sobre todo porque, una vez estable, quería volver a lo que realmente sabía hacer: matar y cobrar por ello.

La casa de los Jones, por más acogedora que fuera, me resultaba asfixiante. Demasiado cariño, demasiada calidez... demasiada ilusión de una vida normal que no me pertenecía. Cada vez que Robert y Ethan compartían una mirada de complicidad o una risa en la cena, algo en mi interior se revolvía. No quería formar parte de esa fantasía. No estaba hecho para el papel de padre cariñoso, ni para el de compañero fiel. Yo era un asesino, y pronto recordaría al mundo quién era realmente.

Y mientras tanto, Max seguiría siendo mi única ancla en esta vida de sombras y mentiras.

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Mistakes (Furry_Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora