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Nuestro amor tóxico y nocivo fue lo que necesitaba para saber que el amor no tiene que doler, no tiene que provocar que quieras tragarte cinco pastillas de lorazepam o hacer que quieras desaparecer por horas. 

Ojalá pudiera cambiar mi forma de verte. Ojalá pudiera perdonarte todo ese dolor que me sembraste en el pecho a una edad tan reducida.

Pero creo firmemente en que nosotros, quienes damos todo y tenemos la intención de sanar a quienes se rompen, tenemos permitido el ser egoísta por lo menos un rato. Aunque luego la culpa de serlo nos corrompa.

Estás llorando las lágrimas que yo lloré y sintiendo cómo el corazón te late más despacio de tanto dolor, justo como yo lo hice. Eso me calma un poco.

En la piel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora