Capitulo 3: Viejas sumisas, felicidad en riesgo

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Amanda Bachmann

Tengo miedo, al mismo tiempo deseo. Hace mucho que no tengo a Sergey sobre mi como amo. Cuando se decide a someterme a sus deseos, pareciera que es otro. Azota fuertemente mis nalgas haciendo que sienta un corrientazo por todo el cuerpo. Da otro azote más fuerte que el anterior y tras darlo besa mis nalgas para luego morderlas susurrando.

— La haré gritar, gemir y haré que suplique por más señora Kozlova.

— ¿Eso cree?

— A partir de ahora, hará lo que yo diga, se moverá si se lo ordeno, hablará si se lo ordeno. ¿Claro?

— Ha quedado claro.

Me coloca boca arriba acercando a la cama una charola con unos artilugios agarra unas especies de cinturones en piel para atarme las muñecas a los tobillos. ¡No voy a poder moverme! Eso me desespera y al mismo tiempo me excita. Derrama sobre mi abdomen una poca de miel dejando que mi mente imagine cientos de cosas morbosas.

— Haga lo que haga sobre su cuerpo, no se mueva señora Kozlova, o será reprendida. 

Sin dejar de mirarme fijamente a los ojos, se acomoda entre mis piernas sujetando mis caderas con fuerza y su lengua comienza a lamerme el abdomen con suavidad. ¡Dios! Intento no sentir, no querer moverme pero sus labios me tienta cada vez más a gemir y pedir que de una vez me coja. Muda sus labios hacia mi vagina llevando consigo una sonrisa traviesa, chupa, lame y da esos toquecitos gloriosos con su lengua logrando que mi cuerpo y mi concentración se quiebren por completo. Suavemente arqueo la espalda alertando a mi querido amo que he roto su orden. Pellizca uno de mis pezones diciendo con autoridad fijamente a los ojos.

— Has desobedecido —Asiento con la cabeza — Seras reprendida.

— Entendido, amo. —  replico con picardía.

Vuelve a colocarme boca a bajo y esta vez me ata las muñecas a los tobillos quedando mi vagina expuesta a lo que desee hacerme. Mis tobillos y muñecas tocan ligeramente mis nalgas haciéndome sentir una total esclava de sus perversos deseos.

— Abre la boca — Ordena y yo obedezco algo nerviosa— muerde

Muerdo lo que parece ser una mordaza o algo parecido ya viéndome sometida por cosas que quizá nunca antes he experimentado. Siento su pene frotarse en mi sexo mientras su aliento eriza cada vello de mi espalda. Dios, ¡Joder! ¡Voy a infartar! Coloca sus manos a la altura de mi cabeza y besando suavemente mi cuello embiste con fuerza mi vagina.

— Me encanta tenerte así, rendida..., mojada, excitada.

Muerdo con fuerza la mordaza. Cada embestida va acompañada de un azote, de un tirón de cabello, de una palabra morbosa. Sonrio, me gusta, me hace sentir que tiene y a la vez no tiene el poder sobre la situación. Con cada embestida que da sus gemidos se intensifican al igual que sus azotes y brusquedad. Lo placentero comienza a tornarse algo doloroso; sus embestidas parecen estocadas y parece no poder controlar su fuerza en cada azote. Muerdo fuertemente la mordaza intentando tolerar el dolor que siento con cada embestida. Toca el fondo de mi vagina provocando un dolor terrible, mi cuerpo se sacude, transpira y sin darme cuenta una lágrima cae de mis ojos sin poder retenerla. Duele, duele mucho y ya el placer se fue nuevamente de vacaciones. Es otro, el que está sobre mi penetrandome no es Sergey Kozlov, es otro sadico que no razona. La última embestida hace que él eyacule placenteramente en mi interior y yo termine soltando la mordaza chillando de dolor. Siento el cuerpo cansado, como si hubiera corrido cien kilómetros. Tras pasar unos minutos me quita los cinturones, siento su semen deslizarse por mis muslos y las piernas de tocar mis nalgas caen a la cama como un par de bloques de plomo. Seco la lágrima con disimulo y Sergey no tarda en preguntar.

Retame, Jaque Mate ( A la venta en Amazon) primeros cinco capítulos de prueba Donde viven las historias. Descúbrelo ahora