Capítulo 12

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El sitio no era muy grande y la decoración austera. Típico departamento de soltero. Paredes blancas, un enorme televisor en la sala con unos muebles negros de cuero. Dos cuadros en las paredes eran toda la decoración del lugar. Podía ver la entrada de la cocina y un pasillo.

-¿Quieres algo de tomar?- preguntó cerrando la puerta y volviéndose hacia mi. -Lo del vino era en serio.

-Vino estaría bien- le dije. Estaba algo nerviosa y no entendía por qué ya había estado con él, lo conocía y no entendía porque parecía una chiquilla. Me dediqué a curiosiar un poco el lugar.

Lo vi venir hacia mi de regreso con dos copas en la mano. Se había quitado el saco, la corbata estaba desanudada pero sobre su cuello aún, las mangas arremangadas hasta los codos y los primeros botones de la camisa iba sueltos. Yo pasé saliva y él llegó hasta mi y me tendió una copa. Yo bebí el contenido de un solo trago y dejé la copa en la pequeña mesita del centro de la sala.

-Ya podemos pasar al postre, ¿no crees? -le pregunté quitándole la copa de las manos y poniéndola junto a la mía. El rió y me halo a su cuerpo.

-Sí, creo que ya sé que quiero de postre- y me besó. El beso subía de intensidad y yo llevé mis manos detrás de su cuello mientras él me levantaba de suelo sujetándome por los glúteos y yo enredaba mis piernas al rededor de sus caderas. Y él empezaba a caminar por el pasillo conmigo a cuestas. Cuando nos encontrábamos frente a la puerta, de la que supuse era su habitación, él me saltó y la abrió dejandome pasar antes.

Yo observé el espacio. Había una puerta que suponía era un baño, las paredes como todo el departamento eran blancas, un mueble grande color caoba ocupaba una pared entera, supuse que era el closet y ahí había un televisor de unas 40 pulgadas. Frente a este estaba la cama doble con sabanas de un azul pálido y blanco. La estructura de la cama era del mismo caoba que el closet a sus dos lados habían mesitas de noche con lamparas.
-¿Paso la prueba?- preguntó justo detrás de mi. Yo me giré y lo besé.-Hay algo que siempre fantasee contigo. ¿Crees que podrías cumplirle un sueño a un mortal?- Yo esperaba en serio que no tuviera fetiches extraños.

-Dímelo y veremos

-Sólo se sexy como siempre y desvistete para mi, ¿quieres?- yo lo tomé por la cara y lo besé y caminé con él hasta la cama. Corté el beso cuando llegamos ahí.

-Siéntate y disfruta el espectáculo, cariño- le susurré y él me dedicó una sonrisa ladeada. Se sentó al borde de la cama y se quitó los zapatos y la camisa. Yo me puse de espaldas a él y empecé a mover mi cuerpo al ritmo de una melodía sensual que solo oía en mi cabeza. Desabotoné mi camisa y me giré para quitármela desplazándola por mis hombros, contoneaba mis caderas mientras me tocaba, y lo vi tragando saliva. Puse mis manos en el cierre del pantalón y los bajé y me giré moviendo el trasero y bajándolo poco a poco. Cuando volteé otra vez a ver a Alex él tenía la respiración agitada, los ojos oscuros de deseo y una de sus manos acariciaba su entrepierna mientras me comía con los ojos.

Yo tragué saliva. Era una de las imagines más excitantes que había visto y más sabiendo que estaba así sólo por mi. Eso me hizo sentirme poderosa.

-Creo que fue suficiente- tomándome por una mano halandome hacia él. Yo me senté a horcajadas sobre él y lo besé, un gemido se me escapó cuando sentí sus manos posarme sobre mis senos desnudos. No noté cuando me había quitado el brasier. Sus pulgares acariciaban con círculos mis pezones y yo sentí un calor conocido en el vientre. Él me giró y se colocó sobre mi. Me halo hacia arriba acomodando mi cuerpo completo en la cama.

Empezó a besar mi cuello, bajando poco a poco mientras sus manos exploraban en todos lados, apretando y masajeando. Sus labios hicieron un camino de besos hasta llegar a mi seno izquierdo, lamió, besó y con sus dientes tomó mi pezón haciendo presión leve para luego pasar lo lengua, su mano replicaba el procedimiento sobre mi otro seno apretando y luego masajeando. El placer era infinito y yo sentía calor en todo el cuerpo, tenía todas terminaciones nerviosas sensibles y expectantes. El descendió dejando el húmedo rastro entre mis pechos y bajando hasta mi ombligo que besó sin disimulo. La humedad en mi centro creció y yo me agite.

Solo un niño. ¡Pero que niño!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora