Capitulo 5

4.8K 260 17
                                    

Los siguientes días fueron más de lo mismo. Alex coqueteando, sonriendo, soltando comentarios con doble sentido, y todo lo demás, claro que todo cambiaba en el momento de sentarnos a trabajar. Se metía completamente en lo que estaba haciendo, era como si se abstajera del mundo.

El jueves por fin obtuvimos sentencia a favor de Emilia Diaz y yo estaba eufórica por eso, fue arduo el trabajo, y conllevó grandes frustraciones pero rindió frutos, aunque no debía olvidar que la estocada final la dio Alex y gracias a eso hoy por fin podíamos cantar victoria.

-¡Felicidades!- exclamé. Acabábamos de salir de los tribunales y yo necesitaba expresarle mi emoción. -Has estado excelente ahí dentro, certero, eficaz. De verdad me sorprende y me agrada ver lo rápido que aprendes y te mueves en este mundo. Es innato parece- el me sonrió de oreja a oreja.

-Gracias, de verdad agradezco que hayas confiado en mi, que me hayas dado la oportunidad de participar activamente en algo que habías tomado tan a pecho- yo le sonreí.

-Ha sido un gusto trabajar con usted en este caso, señor Maldonado- le dije a modo de broma extendiendo mi mano para estrechar la suya. Él me devolvió el gesto soltando una carcajada que fue música para mis oídos.

-El gusto ha sido totalmente mío, licenciada- respondió con una inclinación de cabeza y riendo.- Creo que deberíamos celebrarlo, ¿no? Podemos ir a tomar algo si quieres.- ¿Tomar algo?, ¿tu y yo solos?, no gracias, mucho para mi salud mental.

-Claro, luego, quizás- traté de sonar desenfadada- ahora lo único que quiero es llegar a casa y darme un relajante baño y dormir. -Para no darle mucho tiempo para replicar me despedí rápido con la mano y salí de ahí. Lo estaba evitando, parecía colegiala pero no veía otra forma. Lo intentaba pero era difícil ignorar sus comentarios, sus roces casuales, él sabía lo que hacía y no me lo ponía fácil y yo sólo repetía mi mantra: "Es un niño, no te confundas. Es tu pupilo, solo eso"

Había llegado a casa, tomé un baño relajante y comí una cena ligera. Eran cerca de las 11 de la noche y yo ya estaba casi en el mundo de los sueños cuando el repiqueteo de una llamada entrante de sobresaltó. Me pareció raro, era bastante tarde para que nadie me llamara. Estire la mano y tomé el teléfono. No pude ocultar la sorpresa al leer el nombre que titilaba en la pantalla, era una llamada de Jorge.

Desde que la sentencia de divorcio había salido hacía casi 6 meses no había vuelto a saber de él, ni un mensaje, ni una llamada, nada. Después de tantos meses, ¿que querría?, ¿que pretendía al llamarme? Y más a estas horas. Me debatí entre contestar o no, y mi lado más receloso ganó así que volví a colocar el teléfono en la mesita de noche y me acosté. No habían pasado dos minutos cuando el teléfono volvió a sonar y otra vez era él. Esto no era normal y aunque no quería no pude evitar preocuparme así que sin darle mas rodeos contesté.

-Hola- dije. Al otro lado de la línea se escuchaba algo de ruido, como de música y gente hablando. Fruncí el entrecejo.

-Nat, cagriño,- su voz sonaba empalagosa y arrastraba las palabras. Definitivamente estaba tomando- ¿pog qué no me respondías?

-¿Que quieres Jorge?- solté exasperada cerrando los ojos y tocándome el puente de la nariz con el índice y pulgar de la mano izquierda- No tengo tiempo para tonterías, mañana tengo trabajo.

-Sí, cielo- soltó azorado -yo... ehm... no quiero molestagte se que tienes que levantarte temprano. Yo, solo... no sabes cuantas veces intenté escribirte, llamarte pero sabía que no quegrias saber de mi.

-¿Y que te hace pensar que quiero saber de ti ahora?- lo interrumpi en su perorata.

-Nada, tienes razón. Solo escuchame por favor, dame una oportunidad para solucionarlo. Fueron demasiados años juntos cielo, fue una vida entera. Necesito que me perdones- yo solté un bufido ante su descaro. Seis putos meses sin aparecer y pretendía que lo perdonara.

Solo un niño. ¡Pero que niño!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora