Capitulo 6

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-Lo odio-, exclamé levantandome y empezando a caminar por la oficina. Cuando me molestaba no podía quedarme en solo lugar. -¿Qué derecho tiene de venir a reclamar nada? El me falló, él me engañó y ahora se siente con derecho de algo. -No pude evitar el par de lágrimas de frustración que salieron de mis ojos pero al notarlas respiré profundo y me las quité de un manotazo. No iba a dejar que me siguiera afectando, no era justo para mi, él no lo merecía.

Sentí unos brazos rodear mi cintura y recargue mi cabeza sobre el pecho de Alex, necesitaba ese abrazo, necesitaba sentirme reconfortada de algún modo. Él me despegó de su cuerpo y me miró directo a los ojos, sentí que esa mirada penetraba cada átomo de mi cuerpo y me estremecí.

-Ese imbécil no vale ni un pensamiento de tu parte, -me dijo pasando un dedo por me mejilla en el lugar por donde se escapaba otra lagrima.- En el momento en el que lo pidas gustosamente me ofrezco a molerlo a golpes. –Su sonrisa se ensanchó en su rostro y me hizo responderle del mismo modo.

Pude notar como su respiración se empezó a hacer pesada y fui consciente de nuestra cercanía, de su olor, del calor de su firme cuerpo contra el mío. Su cara empezó a bajar lentamente como tanteando el terreno y dándome tiempo de reaccionar. Mis pulsaciones se dispararon y sentí el tamborileo de mi corazón en el pecho. Era consciente que esto estaba muy mal en mil formas, que no debía darle alas pero mierda, la situación no me dejaba pensar mucho más y ya estaba cansada de evitarlo. Lo necesitaba, necesitaba sentir algo.

Sus labios se posaron primero suavemente sobre los míos, dejando en ellos una caricia casi imperceptible que poco a poco fue haciéndose más firme y tomando confianza, exigiendo de mi lo que quería, lo que necesitaba, lo que ambos necesitábamos. Su lengua se abrió paso a través de mi boca,  firme, caliente y demandante. Sentí sus dos manos aferrarse con fuerza a mis caderas para pegarme más a él. Su evidente erección golpeó contra mi vientre haciéndome soltar un gemido completamente involuntario y eso hizo que cualquier indicio de cordura se fuera a la mierda. Mis manos cobraron vida y subieron a su cuello, acercándolo a mi profundizando aún más el beso. Un gemido escapó de su boca cuando mordí su labio inferior para luego pasar la lengua por el y una pequeña sonrisa de satisfacción se dibujó en mi cara.

Coloqué mis manos sobre su pecho y lo empuje un poco para hacerlo caminar. En un principio no se movió pero pareció entender luego mis intenciones y empezó a caminar de espaldas hasta chocar con el sillón ubicado junto a la pared, detrás de él. Corté el beso e hice que se sentara, el obedeció sin chistar, yo subí mi falda hasta las caderas y me senté a horcajadas sobre él volviéndolo a besar.

-Soñé tantas veces con esto-, susurró su voz cerca de mi oído, para luego pasar su lengua por mi oreja y atrapar mi lóbulo entre sus dientes mientras su lengua lo acariciaba, lo que hizo que un pequeño escalofrío de pura excitación me recorriera el cuerpo.  Sus labios bajaron por mi cuello, besando, lamiendo, chupando mientras yo me restregaba contra su erección presa de una absoluta excitación. Sus manos se posicionaron sobre mis senos masajeando y apretando. Sus dedos hicieron el recorrido hacia los botones de mi blusa así que le facilite el trabajo y me los quité yo misma. Sus labios fueron dejando un rastro húmedo hasta llegar al borde de mi sostén donde mordió sin mucha presión mi seno derecho, y yo la sentí una humedad de mi excitación bajar en ese momento y gemí de placer. El bajó ambas copas del sostén sin quitármelo completamente, mientras llevaba uno de mis pezones a su boca, el otro era masajeado diestramente por su mano.

-Necesito estar dentro de ti.- murmuró con voz ahogada y ronca sobre mi pecho. Yo también quería eso así que asentí y antes de darle tiempo de nada yo misma llevé mis manos a su pantalón, quite el botón y baje el cierre metiendo mi mano en su bóxer para sacar su miembro erguido. Lo masajee de arriba abajo y de su boca broto un rugido y el echó la cabeza hacia atrás cerrando los ojos.

Con una de mis manos tome su cabeza quizás con más brusquedad de la debida para volver a besarlo, mientras con la otra guiaba su miembro a mi entrada y lo dejaba hundirse en mi. Mi gemido de placer fue ahogado en su boca y cuando sus ojos se abrieron de nuevo poco quedaba del color verde en ellos.

-Eres hermosa- dijo mientras yo me movía una y otra vez sobre él impulsada con ayuda de sus manos en mis caderas. Me sentía al borde del clímax con cada embestida que me parecían cada vez más profundas. Lleve mi mano derecha al punto exacto donde necesitaba tocar y el empezó a acelerar el ritmo mientras yo sentía ese conocido nudo en mi vientre a punto de explotar me incline más hacia él y cuando toqué el inicio de la cúspide, clavé mis dientes en su hombro mientras sentía que todo explotaba alrededor y él se seguía moviendo de manera errática alcanzando el clímax conmigo.

Nuestras respiraciones eran agitadas, no me moví y él no había salido de mi. Tenía la frente descansando sobre su hombro aún, mientras trataba de normalizar mi respiración y de repente cayó sobre mi el balde de agua fría. Me había cogido a Alex, Alex el sobrino de mi mejor amiga, Alex el chico a quien le llevaba 10 años. Él me abrazada posesivamente mientras murmuraba palabras cariñosas y yo salté de golpe y lo miré con ojos como platos.

Estaba sudado, completamente sonrojado por el esfuerzo, con el cabello revuelto y la ropa arrugada. Su pantalón seguía abierto aunque se había encargado de esconder a su amigo y me veía con una sonrisa de absoluta satisfacción.

-Eso fue increíble, en serio preciosa-, decía levantándose para acercarse a mi. Yo le puse una mano en el pecho para evitar que me tocara y me acomodé tan rápido como pude la camisa y la falda. Había perdido la cabeza completamente, ¿en qué carajo estaba pensando? Por Dios.

El pareció entender que algo no iba bien por mi gesto. -Nat, -susurró con voz aún ronca y condenadamente sexy- ¿qué pasa?

Yo no respondí. Pasé las manos por mi ropa intentando inútilmente borrar las arrugas de esta. Fui a mi escritorio a tomar mi cartera y él se interpuso en mi camino tomándome por un antebrazo y haciéndome girar para verlo.

-Te hice una pregunta. -A pesar de su postura amenazante su tono era conciliador. Yo ni me volteé a verlo y me solté con brusquedad y casi en la puerta me giré a verlo.

-Esto no debió pasar, me dejé llevar por un momento y lo siento. No se va a volver a repetir.- Vi pasar por su cara el desconcierto seguido de algo que me pareció dolor y  rabia. Antes de poder hacer nada lo tenía frente a mi sujetándome con fuerza.

-¿Lo sientes?, ¿en serio? ¿es lo que vas a decir? –Su gesto era airado pero a pesar de la brusquedad de su tono no me estaba haciendo daño.  -Has querido esto al igual que yo, te pones nerviosa cuando me acerco, yo no te resulto indiferente. No es un error, tú lo querías tanto como yo.

-No te equivoques, yo también tengo necesidades y simplemente me dejé llevar pero eres el sobrino de Miranda, casi diez años menor que yo y esto es algo que no se va a repetir, punto.

-¿Que mierda importa eso aquí? La edad es un número y Miranda no tiene nada que opinar. -Intentó besarme de nuevo pero me voltee a tiempo para esquivarlo.

-Ella no pero yo sí y no pienso cometer el error de involucrarme con un niño. -Su expresión cambió a desconcierto y a algo que podría interpretar como dolor, mientras yo me soltaba y salía de ahí casi a la carrera.

Sabía que mis palabras lo habían herido pero no podía darle alas a esto, me había dejado llevar en un momento de debilidad, era todo.

Llegué a casa tratando de dejar de pensar en lo que había hecho pero su olor estaba por todas partes de mi y me estaba volviendo loca. Corrí a bañarme y pasé más de media hora bajo la cascada de agua tratando de relajar mi cuerpo y dejar mi mente en blanco, no funcionó como esperaba y frustrada salí para vestirme y sentarme a terminar lo podía del caso Valencia. No tenía todo ahí pero esperaba poder llegar temprano a la oficina y finiquitar los detalles.

Solo un niño. ¡Pero que niño!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora