▪Capítulo 9▪

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25/08/17

—Si, Aden McCleary, si quiero ser tu novio —dijo emocionado, tomó la flor y me abrazó.

A pesar de estar en un infierno, en ese momento me sentía en el cielo.

—Tenemos que irnos —lo tomé de la mano y subimos al auto.

—Aden, de verdad te agradezco esto, pero que haremos, ¿Algún día vamos a parar? —preguntó con desesperación.

—Pararemos cuando ellos no te busquen más, tal vez pasen algunos meses, pero podremos ser felices sin tener que escapar... Te lo prometo —no podía prometer algo que no sabía si podría cumplir, pero aún así, no quisiera romper las esperanzas de Gale, mi novio.

—Aden... —cerró los ojos —No me siento bien —comenzó a sudar.

—¿Qué sientes?, ¿Qué sucede? —manejaba y escuchaba al mismo tiempo.

—Quiero vomitar —se apretó el estómago —. Ahora...

Pare el auto en seco y me orille, el salió corriendo hacia el pasto y fui tras el.

—Todo estará bien —lo tomé por la espalda y tapé sus ojos mientras vomitaba.

Duró un poco.

—Listo, pero no me siento bien —tenía una expresión de dolor en su cara.

—¿Necesitas que te lleve al hospital? —pregunté preocupado.

—Creo... Creo que sí —no podía ni hablar, se le escuchaba en la voz.

—Vámonos —lo cargué entre mis brazos y lo subí al auto.

Él estaba perdiendo la noción, estaba demasiado preocupado. ¿¡Qué le sucedía?!

—Aguanta Gale, aguanta —decía mientras tomaba su mano y conducía con lágrimas en mis ojos.

Llegué a una clínica que me topé en la carretera. Bajé inmediatamente y cargué a Gale.

—Vamos mi amor, resiste —corría con el en brazos y entré rápidamente a la clínica.

Las pocas personas me miraban confundidas por mi expresión y el cuerpo en mis brazos.

—¡Un médico porfavor! —grité exaltado mientras lágrimas corrían por mis delicadas mejillas enrojecidas.

Al instante una doctora salió con dos enfermeros y una camilla.
Pusieron a Gale en ella y lo metieron en una habitación.

Me senté en las sillas de espera fuera de recepción. Estaba sentado, simplemente llorando y pensando en todo lo que habíamos pasado.

¿Era mi culpa que estuviera así?

Haberlo sacado del hospital... ¿Había sido un error?

Dos horas más tarde la doctora salió de la habitación y gritó hacia recepción.

—¡Caso de reanimación, traigan al doctor Morales! —se veía preocupada, se supone que los doctores deben estar calmados,  ¿Qué provocó eso?

El Doctor Morales entró rápidamente a la habitación con una enfermera que llevaba una máquina de electroshock.

Mi corazón se detuvo por un momento, ya no me sentía en vida. Parecía que mi alma estaba en otra parte, mi cuerpo inanimado seguía postrado en la silla con los ojos plasmados en el suelo tan limpio y cristalino como el agua. Mis manos sudaban más sin embargo no se movían ni un milímetro. Sudaba por mi frente, dos gotas cayeron en mis brazos.

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