14. Shashlyk Vs Durazno

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Los Robinson pasaron un gran fin de semana en compañía de Karl. Con el paso del tiempo habían aprendido a no confiar en cualquier persona, generalmente intentaban sacar algún tipo de ventaja de ellos. Por eso se sentían aún más cómodos estando juntos, ya que Karl no era solo un amigo, era parte de la familia.

El tío Karl había prometido quedarse una semana entera, tenía un par de negocios que realizar durante su estadía. También quería aprovechar para averiguar qué sucedía con su sobrina, tiempo atrás la había notado distinta. Unos meses antes, parecía algo apagada y deprimida, y ahora que la volvía a ver, notaba que eso había cambiado. Carly lucía más feliz y decidida, lo cual era bueno, aunque a la vez tenía la apariencia de quien oculta algo. No quiso comentarlo con los padres de la pelirroja, bien sabía que Stephen se comenzaría a ahogar en un vaso con agua. Tomaría el asunto entre sus manos, y si había algo que Karl no sabía hacer, era desistir cuando quería lograr algo.

— ¿Quieres que pase por ti cuando salgas? Podemos ir a esa pastelería que te gusta y probar todos los pasteles para luego llevarnos el clásico de chocolate —ofreció. Karl acababa de dejar a su sobrina frente a la entrada de la escuela.

—Suena genial, pero hoy debo ir al trabajo.

Los padres de Carly le habían comentado ya, que ella estaba trabajando en una cafetería en el centro de la ciudad. Cosa que los hacía muy felices puesto que sentían que su hija se estaba convirtiendo en alguien independiente y responsable. Carly le habló sobre el señor Adrich y lo bueno que era con ella, y que la acababan de nombrar empleada del mes (a pesar de que no llevaba ni tres semanas trabajando ahí).

—Entonces te veré a la hora de la cena —se despidió de la pelirroja y se fue rumbo a una reunión que tenía programada.

El día de Carly transcurrió con mucha normalidad, excepto por un pequeño episodio a la hora del almuerzo. Blake la estaba buscando por doquier y ella, como la chica valiente que era, decidió ocultarse en la clase de arte del edifico B, un lugar al que casi nadie iba. Al salir de la escuela se fue directo al trabajo.

Como siempre, el local estaba vacío. Ni siquiera Blake se había aparecido, la temporada de baloncesto estaba por iniciar, así que, se quedaba hasta tarde para entrenar. Ese hecho tranquilizaba a Carly, quien ya no sabía qué hacer para alejar al rubio. Todo parecía bastante tranquilo, lamentablemente, cuando el mar está más tranquilo es justo antes de que se aproxime una ola gigante.

— ¡Buenas noticias, traeré a unos inversionistas a comer aquí!

Y ahí estaba la ola de Carly.

Al tío Karl le pareció una excelente idea invitar a varios empresarios a comer en esa cafetería, con la intención de darle apoyo a su sobrina. ¿Cuál era el problema? Lo más probable es que a ninguno de ellos le fuesen a gustar los panecillos con sabor a sardinas.

—No pueden ser tan malos —dijo Karl antes de probar uno de los postres preparados por el señor Adrich, luego del primer mordisco las arcadas se hicieron presentes—. Algo murió dentro de este panecillo —pronunció antes de correr al baño más cercano.

—Ni se te ocurra decir eso cuando el señor Adrich vuelva de su cita con el médico —le advirtió Carly.

—Bien, llamaré a mi oficina para que avisen a los inversionistas que la reunión será en otro lado. No puede ser tan difícil, solo se trata de decirle a unos hombres estirados que planean retirar su apoyo para mis proyectos porque creen que soy una persona poco centrada e impredecible, que la reunión será en otro lado, cuando faltan apenas... —revisó su reloj—... dos horas para la junta.

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