Capítulo 9: La psicópata.

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[Stiles]

Quería sincerarme conmigo mismo estaba confundido, desde que estaba en la preparatoria estaba enamorado de Lydia Martín incluso le había confesado que estaba enamorado de ella

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Quería sincerarme conmigo mismo estaba confundido, desde que estaba en la preparatoria estaba enamorado de Lydia Martín incluso le había confesado que estaba enamorado de ella. Lydia siempre ha sabido lo que siento por ella pero no parecía tomarle importancia, sólo éramos amigos, nunca hemos sido algo más qué eso. Primero fue novia de Jackson, luego de Parrish y desde que entró a la universidad es novia de Aiden.

Cada vez que la veo siento un cosquilleo en el estómago. Siempre me encantó su cabello rubio fresa, sus hermosos ojos verdes que combinan con su piel blanca. Cada vez que la veía me ponía nervioso y tartamudeaba a cada rato, las manos me sudaban. Incluso inventaba palabras muy raras, hablaba cuarenta idiomas diferentes. Parecía un verdadero estúpido. Me gustaría tener la misma confianza que Thomas para atraer a la chicas o ser tan inteligente como Stuart. Ojalá fuera tan divertido y perfecto como Dave. De los cuatro yo soy el que nació de último, el que su personalidad no atrae a nadie, el que no es bueno en nada.

El que provocó el accidente en el que murieron mis padres. Mis hermanos nunca me culparon por nada pero yo me culpaba todo el tiempo, aunque intentará deshacer esa idea en mi cabeza, siempre volvía.

Volviendo a mi realidad me levanté de la cama dando un largo suspiro. Miré mi alarma eran las 6:40 de la mañana.

—¡Santa mierda! ¡Es muy tarde y le prometí a Tate que la llevaría a la universidad!

Me cambié lo más rápido que pude sólo tomé una camiseta de cuadros color verde con negro, unos jeans y mis converse. Entré al baño a cepillarme los dientes y lavarme el rostro. Mojé un poco mi cabello y lo acomodé. Agarré mi mochila y salí corriendo a la habitación de Tate cuando estaba frente a esta y giré el pomo.

Una pésima idea.

Había olvidado por completo que las reglas de los chicos no eran las mismas que las chicas. Estaba acostumbrado a vivir rodeado con una banda de chicos.

Abrí la puerta y ella estaba de pie, completamente desnuda seguro acababa de salir de la ducha. Entonces apenas me vio soltó un enorme grito.

—¡AAAAAAAAAAAAH! —Gritó eufórica.

La miré de arriba para abajo y parpadeé tres veces para reaccionar, tenía la boca abierta mostrando una perfecta "o".

Soy un imbécil, un tonto.

Tate enseguida cubrió sus pechos con un brazo y con el otro su feminidad, tenía el rostro completamente rojo.

—¡STILES, DATE LA VUELTA! —Me gritó con las mejillas apunto de explotar de la vergüenza.

Hice caso de inmediato y me cubrí los ojos con mis manos, pero ya era demasiado tarde había visto lo que sé supone que no debería de ver. Sólo obedecí y me di la vuelta dándole la espalda a Tate. Pasaron unos minutos antes de que yo volviera a hablar.

¿Cuatrillizos?®  [Dylan O'Brien] [Reeditando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora