4: Confesiones

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Nota: ...Básicamente es un balbuceo, no tenía idea de cómo hacer esto así que no es realmente bueno.

-o-

Después de adentrarse en el infierno y casi ser asesinados por una secta el concejo de la Liga decidió que era momento para que los Titanes tomaran unas merecidas vacaciones, la mayoría acepto al instante contentos de poder descasar.

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Días después de reponer fuerzas y flojear en la torre Raven noto que la otra ave no estaba, intento contactarlo por teléfono pero nunca respondió así que fue a Gotham a buscarlo (no, no estaba siendo una acosadora, los acosadores terminan en un sótano con los tobillos rotos; solo quería asegurarse de que estuviera bien quizás unírsele si estaba en un caso).

Abrió un portal lo suficientemente lejos de la mansión Wayne para que el sistema de seguridad no la detectara así que camino unos metros mientras intentaba nuevamente llamarlo. Le agradaba Damian, era una compañía diferente a Kor'i o Jaime y definitivamente a Gar, era agradable conocer a alguien con gustos similares. A medio camino se detuvo conmocionada, había un enorme murciélago rojo, Damian a su lado.

–¿Damian?

–¿Raven? ¿Qué haces aquí? –Podía sentir su nerviosismo aunque su lenguaje corporal no dijera nada.

–Quería saber cómo estabas... ¿él es...?

–Goliath –respondió ajustando la correa de su mochila. –Mi campeón.

Un incómodo silencio lleno el ambiente, solo se podía escuchar el viento meciendo los árboles y los resoplidos de Goliath. Raven pensó que debía irse, claramente su compañero estaba por marcharse y quizás saldría por días, pero ella realmente quería pasar tiempo con Robin (fuera del traje).

–Visitaremos a unas personas... ¿quieres venir?

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Que pasaba por su mente cuando acepto la propuesta de Damian no lo sabía, pero monto a su lado cuando realmente pudo abrir un portal a donde él le dijera, a decir verdad, le gusto la sensación del viento y la vista del mar mientras volaban. Tuvieron una maravillosa conversación sobre las diferencias entre el musical del sujeto en el billete de diez dólares y lo que decían los libros de historia, ambos coincidían en que el ideal de su amigo era muy noble y que no merecía a su abnegada esposa (¡maldito panfleto!).

Terminaron en una islita de la que nunca había oído, cuando llegaron los recibió un hombre mayor muy amable, de aura tranquila y aroma a hierbas. –Maestro Damian, ¿quién es su acompañante?

–Hola Ravi, ella es Raven.

–Gusto en conocerla señorita –dijo inclinando un poco la cabeza. – Es bueno saber que alguien más se unirá.

Antes de que Raven pudiera responder el saludo o preguntar a que se uniría Ravi dio media vuelta y les pidió que lo siguieran, los otros estaban ahí también. Le sorprendió el tono suave con el que dirigía a Ravi, era difícil intercalarlo con el áspero y grosero que usaba normalmente.

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Resultaba que Damian (al contrario de las creencias de los Titanes) tenía amigos y muy interesantes.

Maya, la chica cuyo padre Damian mato, que lo perdono y ayudo con su acto de redención; quien de un golpe le tiro un diente, quien lo adopto como hermano.

Suren, el hechicero ancestral que ayudo a su padre a casi destruir el mundo, miembro de una familia rival y a pesar de eso le devolvió el alma.

Cuando le pregunto como los había conocido le conto sobre el Año de Sangre, las cosas que tuvo que hacer, como asesino a la familia de Goliath y el cachorro movio algo que no creyo tener ya: corazón, piedad. Como su madre mando cegar a Ravi por alentar su talento para la pintura y la culpa que sentía por ello.

Damian le contó cosas que jamas pensó que compartiría con ella al menos no tan pronto. Quería conocerle mejor, escuchar sus secretos y contarle los suyos, devolverle esa confianza que había demostrado.

DamiRaeweekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora