7: Handcoffed together

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Un fuerte dolor de cabeza fue lo que la devolvió al mundo de los vivos. Abrió despacio los ojos y quedo confundida, no reconocía el lugar donde estaba; era una habitación sucia y poco iluminada, no podía recordar cómo había terminado ahí. Intento levantarse pero fue entonces que noto que su mano estaba esposada a... su compañero Damian.

–¿Ya despertaste? –Escucho que le murmuraba, agradeció que no elevara la voz la cabeza la estaba matando.

–Si. ¿Por qué estamos aquí?

–No recuerdo, ni siquiera donde estábamos... ¿Dónde estábamos? –Pregunto sentándose, ambos estaban en el suelo.

–...en...no se –frunció el ceño intentando concentrarse. –¿Brodway?

–Fuimos a ver el musical y salimos tarde –asintió para sí, recordando al fin. –Íbamos al hotel con el resto.

–Pero paramos en McDonals para cenar... después de eso no hay más en mi memoria.

–¿Otra ocurrencia del grupo? No serían capaces de drogarnos y dejarnos aquí, ¿verdad?

–No creo.


Se levantaron para buscar con que abrir las esposas pero no encontraron nada, ninguna llave o herramienta para cortarlas; salieron de la habitación y se dieron cuenta de que estaban en un edificio abandonado. Registraron sus bolsillos, aún tenían sus celulares pero sin batería así que eran inútiles, no podían utilizar el GPS ni llamar a alguien que los ayudara. Anduvieron por las calles tratando de encontrar la principal y ubicarse, la gente se les quedaba viendo extrañados, no sabían si por seguir esposados o por su ropa revuelta y sucia; quisieron preguntar a los transeúntes por las direcciones pero les rehuían, ningún taxi se detenía por ellos.


–¿Y si comemos algo primero? Esto es inútil, busquemos un lugar donde descansar y pensar. –Exclamo Rachel cuando el sexto taxi paso de largo, le dolían los pies y tenía hambre.

–Con suerte encontraremos un teléfono también. ¿Ahí te parece bien? –Pregunto Damian señalando una pequeña cafetería.


La dependienta, una amable mujer mayor intento abrir las esposas también pero fue inútil su esfuerzo así que resignados los jóvenes se sentaron a desayunar. No entendían como habían terminado en aquel lugar (según la mujer estaban en Jersey). Melinda, la dependienta se ofreció a llevarlos con la policía, quizás intentaron secuestrarlos y los drogaron por es no recordaban nada.


–El jugo sabia raro.

– ¿Qué?

–Anoche pedí jugo, sabía raro–explico.

– ¿Piensas que le pusieron algo?

–... Quizás –suspiro.– Mira no lo se, pero es muy raro, si nos hubieran secuestrado no tendríamos los celulares ni carteras tampoco hubiéramos salido tan fácil.




Cuando Melinda los llevo a la estación de policía se enteraron que los buscaban en Nueva York por robarse una patrulla.

"¡¿Qué carajos paso anoche?!"

DamiRaeweekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora