Diary of an angel (Saga Ángeles #1)

Hombre ebrio

28 de enero del 2018

Salut diario (otra vez):

Llego a un barrio, se podría decir que estaba lejos de la Torre Eiffel, aunque ésta se puede ver en la lejanía.

Camino por la calle, y me doy cuenta que el barrio que estoy pisando, se podría decir, que era uno de los más pobres de la capital francesa.

Saint Denis.

Camino viendo a personas con ropas desgastadas en su cuerpo, niños pidiendo dinero en la calle y, cómo no, los ebrios sobreabundando el barrio.

La mayoría de ellos caminaban apenas, otros vomitaban en plena calle y...

Hasta que uno me llamó la atención, estaba sentado en un pedazo de concreto caído de alguna estructura. La curiosidad llegó a mi ser, así que me acerqué a él.

Tendría más de 50 años, su cabello y barba blancas hacían que la nieve que caía en estos se camuflara perfectamente, al igual que el resto de la gente llevaba la ropa desgastada, una manta cubría sus piernas, sujetaba una botella de vino con su mano derecha.

-Hola, señor-saludo al anciano, esperando una respuesta de él, sin embargo, el hombre no me miró ni me saludó, él solo miraba abstraido la calle.

-Holaaaa. -Se limitó a decir, sin ni siquiera mirarme, solo miraba la calle.

Fruncí el ceño. Parecía que aquel hombre no estaba ebrio, pero aún así no estaba seguro.

Sin poder evitarlo, mis ojos viajaban a la botella de vino, en la cual, su contenido llegaba a menos de la mitad.

-Noo tee ¡hip!.. Quedess hayy, muchachoooo-Sip, retiro todo lo que dije hace dos o un párrafo.-Esteee vinoooo, ¡hip!, está deliciosssoooo.

-¿Qué?-Abrí mis ojos como platos al escuchar aquello último-...No, claro que no, señor...yo no tomo.

-Buenoooo, ¡hip!, mássss paraaa miii-Y antes de que reaccionara, mi contrario ya estaba volviendo a beber la botella.

Negué la cabeza varias veces y me senté a su lado.

-Señor, con todo respeto eso, ¿No tendrá frío con esa ropa?-saca la botella de su boca y me queda mirando varios segundos.

-Claroooooooo queee nooo ¡hip! esteeeee vinoooo meeeeee daaaa caaloorsh.-me aguantaba la risa, realmente los ebrios hablaban raro.

Me quedé en silencio, mientras oía como el anciano decía cosas sin sentido, pensando cómo cambiarlo al cristianismo.

"Tal vez seria buena idea que lo conozca un poco, para saber cómo cambiarlo, mientras está bajo los efectos del vino y cuando no esté ebrio lo cambiaría."

-Disculpe, ¿Cuál es su nombre?

-Miiii noombrreee eesss Joyyyccceeee.-Noté que su voz se mostraba cansada, pronto ví que apoyó su cabeza en una pared.

Pronto, escuché unos pasos, miró al lado de donde provenía el ruido y veo a un adulto joven de piel un poco más oscura que la de Joyce, ojos aguamarinas y cabello castaño.

-Otra vez bebiendo, Joyce.-dijo apenas vio al anciano que, bajo los efectos del alcohol, empezaba a quedarse dormido.

-Nooo es...mi culpa, Nath-dijo Joyce en un susurro.

El recién llegado rodó los ojos, tomó al anciano al estilo "princesa" y lo llevó a un edificio cercano.

Aunque sí, tenía la corazonada de que lo conocía...pero tendría que averiguarlo mañana, me sentía un poco cansado.