Capitulo 68

6.8K 317 9
                                    


Gia

Jueves, a un día de que este año escolar terminara y a un día de empezar un nuevo ciclo en la Universidad. El sonido del timbre indicando el inicio del receso retumba por mis oídos, de reojo observo a Maddie y Génesis durmiendo en sus respectivas carpetas logrando que ría levemente.

–Estas nunca van a cambiar –susurro para mí misma.

Pero mi paso es detenido por la presencia de Leyla al frente mío, la miro confundida. Ella me sonríe de manera burlona, antes de hacer algo que no me sorprendía; su mano voló por los aires antes de estrellar contra mi mejilla. Con una fuerza inimaginable, haciendo que de mis labios se escape un pequeño grito.

–Eres una maldita –coge de mi cabello, tirando de el—Te vas a arrepentir de haberte metido conmigo.

–De-déjame –le digo casi como suplica—Leyla, no sigas con es-estas estupideces.

–No tienes el derecho de hablar...

Su mano suelta mi cabello, librándome de ella miro fijamente como Maddie y Génesis la habían acorralado contra la pared. Me acerco a ellas lentamente, y toco sus hombros de cada una tratando de que suavicen su mirada.

–Leyla, no tengo en nada contra tuya –digo suavemente—Lo menos que quiero es ganarme una enemiga en mi vida.

–Ya te la ganaste –escupe con odio—Te la ganaste cuando me quitaste a Tyler, cuando me quitaste a Dominic; tu sola te la ganaste.

Abrí la boca para decirle algo, pero no pude. Me doy la vuelta y cojo mis cosas saliendo del salón, avanzo con pasos rápido por el pasillo esquivando a los cuerpos de chicos y chichas que se encontraban deambulando. No quería llorar, y mucho menos lo necesitaba; solo me sentía mal y ni siquiera sabía él porque.

Tan sumergida estuve en mis pensamientos, que choque contra alguien muy fuerte pero en vez de tocar el frio y doloroso suelo; unas manos me sujetaron desde la cintura mientras que las mías estaban aferradas a su camiseta. Levanto mi mirada sorprendida y me encuentro con esos ojos que me hipnotizaban cada vez que lo veía, Dominic.

–Fíjate –dice en burla—deberías tener más cuidado y los ojos puestos en el camino.

Me rio levemente causando que él me mire confundido, luego me coloca a su altura haciendo que este de puntillas y me dice: – ¿De qué te ríes?

–Fíjate –repito la palabra riendo—Eso me dijiste cuando chocamos la primera vez, no nos vimos pero recuerdo muy bien tus manos tatuadas.

–Pero yo me acuerdo perfectamente de tu rostro, de tu bello rostro –con sus nudillos acaricia mi mejilla y por inercia cierro mis ojos ante su tacto sobre mi piel—Tu bello rostro, el rostro que quiero ver todos los días cuando me levante cada mañana.

Sin dejarme tiempo de decir algo, junta nuestros labios en un tierno beso. Un beso donde demostramos los sentimientos del uno hacia el otro, un beso en el que puedo sentir sus inseguridades y él pueda sentir las mías, un beso donde todos los demás desaparecen y solo quedamos nosotros en el universo, un beso donde solo somos él y yo. Un beso donde nuestro amor es lo único que importa, y nadie nos va a separar. 

–Dominic... –creo que me he equivocado.

Nos separamos lentamente, planto mis pies en suelo sin dejar de soltar su camiseta con mis puños. Giramos nuestros rostros encontrándonos con Leyla, que tenía unos ojos rojos y lágrimas secas sobre sus mejillas.

–Dom-dominic, ale-lejate de ella –dice entre sollozos–. Ahora.

–No, no tengo porqué hacerte caso –apreta su agarre en mi cintura–. Quiero estar con ella, con Gia.

–Ambos van a sufrir –nos dice amenazante, recuperando su postura.

Antes de darnos oportunidad de hablar, ella da la vuelta y empieza a caminar lejos de nosotros. Algunos chicos y chicas no dejaban de mirarnos, pues habían escuchado nuestra pequeña conversación; oculto mi rostro en el pecho de Dominic mientras escucho su leve risa.

–No tienes porque dejarte intimidar por las miradas –susurra en oído–. ¿No tienen algo mejor que hacer?

Puedo jurar que lo ha dicho con una de sus cejas arqueadas intimidando a todo mundo; y casi al instante escuché las pisadas rápidas alejarse de nosotros. Levantó mi mirada lentamente hasta encontrarme con sus hipnotizantes ojos, le sonrío de lado en forma de agradecimiento.

– ¡Gia! ¡Gia! –volteo separándome de él– ¡Leyla y Samara están peleando!

–¿Samara? –pregunto confundida– No puede ser.

–Sí, si...

–Hace un momento estaba aquí toda llorona y ahora está peleando con Samara –pienso en voz alta– ¿Esta chica que tiene?

–Muchos problemas psiquiátricos –dice Génesis burlona, luego tira de mi brazo.

Trato de correr a la par de ella, mientras que Dominic nos seguía por detrás. Hasta que llegamos a la entrada del Instituto, donde se había formado un círculo de estudiantes; donde supongo que en el centro están Samara y Leyla discutiendo.

Génesis, sin dejar de soltarme del brazo, empezó a empujar los cuerpos de los chicos y chicas hasta darnos paso como las primeras. Mis ojos se concentraron en el rostro rojo de Leyla, quien estaba llorando en silencio mientras miraba fijamente a Samara.

– ¿Que pasó reina Leyla? –se burló–  Tu sabes muy bien que sin mi no eres nada.

–Soy alguien –habla casi en un susurro, Leyla– Soy Leyla Dimitry, reina de...

Una bofetada impacto contra su rostro, causando que se calle. Mis manos viajaron hasta mi boca, tapándola, pues me había sorprendido y asustado por como Samara la observaba con odio puro.

–Calla, no te he dado permiso para hablar –levanto el rostro de Leyla– Leyla, escucha muy bien, tu no eres nadie.

–¡No! –empuja a Samara levemente– ¡Calla! ¡Tu! ¡Eres una maldita perra! ¡Me vas a tener miedo! ¡Te lo juro, Samara!

Antes de que Leyla se abalance contra Samara un chico de interpuso en medio de las dos, Nicolás Wenstern. En su rostro se reflejaba odio, solo eso; que con una simple mirada parecía que iba a matarte con sus propias manos.

–Sera mejor que te vallas Leyla –su voz fria causo en mi cuerpo escalofríos–. No sabes de lo que soy capaz de hacer por Samara.

Leyla sin decir más, sale del circulo formado empujando a los chicos y chicas. Cuando todos se empezaron a ir, rápidamente me acerca a Samara captando su atención y una sonrisa por su parte.

–No soy entrometida pero... –juego con mis dedos nerviosa– ¿Por que empezaron a discutir?

–Amenazo a mis padres –respondió con simpleza–. Y por más que los odie, no voy a permitir que digan ese tipo de cosas contra ellos.

–Yo en tu lugar tendría miedo –comenta Genesis a mi lado–. Y estaría haciendo que guardaespaldas protegieran a mis padres en estos instantes.

–Ella no sería capaz de matar a alguien –dice Leyla sin importancia.

–Ella no, pero su padre sí –dice Dominic con voz sería

El miedo se apoderó de mí, causando que mi cuerpo tiemble.

Tengo miedo, tengo miedo por mí, tengo miedo por mis padres. Tengo miedo de Leyla.

Héroe Sin Capa - Sin EditarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora