2.3 Depresión

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Tiempo: -3 Meses, 29 días, 23 horas


Un mes de entrenamiento con Bes, dejaron a Alberto exhausto; se lo veía cansado, frustrado y con depresión. El Sr. Melo al notarlo le pidió a Bes que lo dejara a su cargo por unos días, mientras él se daba una vuelta por Sao Paulo.

Alberto aprendió a jugar ajedrez y se sentó con él todos los días, a practicar movimientos y a predecir estrategias; lo que hizo que ambos conversaran por horas acerca de todo lo que recordaban de su pasado. El emperador por su parte le narró acerca de la historia de Brasil y del imperio; cómo también de su cultura y sus hijos. Le habló de la maldición de los cambia formas, quienes actualmente estaban extinguiéndose en todas sus distintas ramas y de las leyendas acerca de sus orígenes.

"Cuentan que un Dios vino y les dio la habilidad de ser jaguares." Para Alberto toda leyenda era igual y no le daba importancia.

- Con esa actitud no podrás llegar a tu objetivo.

- El problema es que no sé cuál es.

- Alberto, te ayudaré en lo que pueda, pero si sigues así, morirás.

- No me importa morir – le contestó.

El Sr. Melo lo miró preocupado y desapareció todo un día.

Alberto se quedó toda la mañana en su cuarto mirando películas piratas en la laptop que le había regalado; deambulo por el complejo, en ropa interior; observando a la gente entrenar, cocinar y hacer experimentos; pensando en todo lo que le enseñaron y sintiéndose incapaz de lograr algo tan grandioso, como esas personas que tenían un propósito. A pesar de conocer la teoría, en la práctica estaba bloqueado; con la sensación de inutilidad en cada una de sus células. Preguntándose porque había resucitado, pensaba que él no era el mejor en nada, no tenía la capacidad de nada. Había perdido el tiempo y su vida en complacer a otros. Se encerró en su cuarto y pensó en Kary, Ailé, Bes y las cosas que ellos habían visto y vivido; en todas las cosas que ignoraba y sus enseñanzas. Que Kary nunca le daría la hora por su inutilidad en todo; y eso le hizo descubrir que se había enamorado de ella y su extraña manera de ser. Se preguntaba su historia, que tipo de anomalía era y lo obtuso de su parte en no preguntarle acerca de ella y su vida. Luego pasó horas echado en su cama tratando de entender como había aprendido la palabra obtuso y si venía del pasado o de su nueva vida, conjuntamente a todas las palabras nuevas y antiguas en sus recuerdos, hasta que se quedó dormido.

Despertó en la madrugada, sudando sin poder recordar sus sueños. En realidad, no recordaba ningún sueño desde que había despertado como resucitado. Lo que le hizo sentir peor, hasta que notó la sombra de alguien en su cuarto.

El Sr. Melo estaba parado al lado de la puerta y este encendió la luz. Alberto sobresaltado, se paró de un saltó y respirando agitado notó ropa militar en la silla del escritorio, junto a unas botas militares.

- Vístete, ya es hora de que cumpla mi parte del trato – le dijo señalando la ropa, para luego abrir la puerta – Te estaré esperando en la entrada del edificio.

Alberto hizo caso sin dudarlo y luego de vestirse salió prácticamente corriendo. El Sr. Melo estaba parado frente a la entrada que era un sendero con orquídeas a ambos lados, el sol derramaba sus primeros rayos en el cielo y la penumbra de la selva le daban una sensación exótica que le parecía impresionante.

Alberto camino hacia él mirando a todos lados, está era la primera vez que salía sin la compañía de alguien de la Corte. El Sr. Melo le entrego una mochila y una botella transparente de 2 litros con un líquido raro de color café.

Anomalías, Libro I (Pausado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora