Historia 3

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Viernes 19 de enero, me encuentro caminando por esta misma calle como todos los días, todas las noches son las mismas, llego de la universidad casi anocheciendo luchando contra el cansancio de mis ojos, enciendo mi computadora para poder finalizar las tareas pendientes de mañana temprano. Mi día se resume en levantarme todos los días a primera hora para ir a la escuela, salir a comer unas horas para tener que volver a otras clases y por fin salir anocheciendo. Aprovecho los espacios libres para terminar tareas de otras materias que se me juntaron para en la tarde y comer, claro, en la noche suelo llegar y terminar las pocas que me han quedado. Me he mudado de casa, ya que me echaron de la que estaba rentando anteriormente, y sinceramente es bueno, ya que la renta es aún más baja en esta nueva y es más espaciosa. Nunca había comprendido el por qué hasta la segunda noche. Como todos los días al llegar, abro mi computadora portátil y comienzo a editar los trabajos que se han encomendado, mientras continúo escribiendo una sensación de frío y terror inunda mis sentidos. No hay nadie, no sabes lo horroroso que es esa sensación de sentirte observado, de escuchar como pasan detrás de ti, como un escalofrío te recorre todo el cuerpo cada minuto, el no tener ni idea de si estás despierto o jodidamente te has vuelto loco, no te imaginas lo que es estar escribiendo frente a tu computador y un par de manos tocan tu hombro haciéndote sentir congelado a su contacto, ¡joder! No hay nadie aquí, lo piensas cada segundo, mientras la puerta del baño se abre y se cierra lentamente al igual que la razón me abandona con cada maldito segundo que pasa.

No mires... no mires... no mires.... muy tarde.

No mires atrás...

No mires atrás

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Terror: Relatos CortosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora