VIII

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El ondulado cabello del alto chico una vez más estaba húmedo, pero no era por ninguna ducha, mucho menos por la lluvia. Su rostro y cuerpo sudaban, lo mismo pasaba con el cuerpo de quién tenía entre sus brazos. JongIn descansaba en su pecho, ¿Qué mejor vista que esa? La fría brisa que entraba por la ventana provocó escalofríos en el cuerpo de ambos, pero no fue motivo suficiente para que el menor abriera sus ojos, al contrario, sólo se removió en su lugar abrazándose más a la delgada cintura de su pareja.

Chanyeol quería más, necesitaba más de esa figura que le enloquecía, necesitaba más de ese tan bien formado cuerpo que ahora tenía a su plena disposición. Requería de los toques del joven chico que le tenía completamente loco, de las palabras y caricias del menor. Deseaba pasar toda su vida si fuese necesario entre esas firmes piernas que al fin habían rodeado su fina cadera. Tener a JongIn de aquella manera había sido más de lo que imaginó, ¿En qué momento toda aquella ternura que sentía por el menor, se convirtió en un profundo deseo? Porque no era sólo sexo. Chanyeol nunca lo vio así y a pesar de los años que llevaban juntos, nunca se había atrevido antes a pasar ese límite, nunca se había atrevido a tocar más de lo debido a JongIn. Los momentos que pasaban se limitaban a comidas y paseos juntos, la cama no pasaba más allá de un simple sueño compartido.

El deseo siempre estuvo, pero no era algo que viera necesario. Quizá por eso se entendía tan bien con el menor, ya que JongIn veía el amor desde un punto completamente distinto. Para él un simple "te amo", un beso, un abrazo, un desayuno juntos, era más que suficiente para expresar todo el amor que podía sentir por el otro y Chanyeol también lo sentía así. Nunca podría cansarse del menor, por eso tuvo la valentía de pedirle vivir con él, por eso tuvo la valentía de dejar su egoísmo y compartir todo su mundo con el menor, por eso ahora estaban a kilómetros de distancia de sus familias disfrutando su primer día como más que una simple pareja, por eso el anillo que adornaba su mano le hacía sonreír como un desquiciado, porque sí, quizá también lo estaba y cómo no, si JongIn era todo eso que le hacía falta, era más que su complemento, más que su amigo y compañero de vida, era todo su mundo.

Los delgados y largos dedos vagaban lentamente por la desnuda espalda del menor, formando círculos o quién sabe cuántos caminos fue los que el mayor había dibujado en todo ese tiempo. El más joven llevaba minutos despierto, más no se movió ni un segundo de su lugar. Su espalda baja dolía y Chanyeol estaba consciente de ello, pero quería más, por lo que nuevamente se aventuró posicionando sus manos a cada lado del delgado cuerpo, repartiendo besos por el mentón y cuello del menor.

"Hm, buenos días". Susurró fingiendo haber despertado, entregándose una vez más a cada uno de esos besos.

"Mi día sería perfecto si me permitieras volver a admirarte". Chanyeol continuó con lo suyo, besó y acarició cada centímetro del suave torso frente a sus ojos. El deseo poco a poco volvía a apoderarse de él.

"Tu día será más que perfecto".

Las palabras en ese momento estaban de sobra y Chanyeol tampoco necesitaba permiso alguno para adueñarse más de lo que ya era de él. Sus besos fueron aumentando, así como también JongIn recorrió con sus manos cada lugar que se le permitiera alcanzar.

La vista que el más alto tenía de su pareja era seguramente lo mejor que podría ver. Tenerle ahí bajo su propio cuerpo con el cabello alborotado, con un ligero brillo en el rostro debido al calor que cada vez aumentaba más, con los ojos cerrados y con los labios entreabiertos, sin duda que no cambiaría nada de eso por nada ni por nadie. El moreno cuerpo se acoplaba perfectamente a sus caricias, JongIn era ese nuevo instrumento al que Chanyeol posiblemente pasará su vida entera tocando y para qué decir de aquellos inaudibles quejidos que salían por los gruesos labios, posiblemente también sea la única y más perfecta música que el mayor de ambos logre escuchar.

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