Denis 3

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Un dolor punzante en mi mano derecha me hace despertar, abro los ojos viéndome en mi habitación. Hay algo diferente aquí, ya no está el espejo en el que he visto mi reflejo durante tanto tiempo. Los recuerdos me asaltan segundos después.

La visita de Cara y como la saqué a tirones de la habitación, después de colmarme la paciencia. La cual no es mucha últimamente. Ya que estar a su alrededor me recuerda que un día fui feliz, una felicidad que ya no está y que francamente no sé si volveré a sentirla.

La amargura se instala en cada parte de mí en el momento en el que todas esas piezas de lo que paso ayer se unen en mi mente.

El recuerdo de mi madre en compañía de su amante dibujándose en el espejo, revolotea de vuelta en mi cabeza, solo para atormentarme aún más dando como resultado estas heridas ocultas bajo la venda.

Me levanto cansado de escarbar en todo este caos mental.

Salgo de la habitación y escucho la risa de Allen en su recamara, es algo que no he oído con frecuencia en los últimos dos meses, es como si se hubiese apagado cuando su madre se fue, voy buscar la causa de su risa encontrándome a Cara haciendo muecas graciosas para que adivinará no sé qué cosa.

Me cruzo de brazos y me recargo en el marco de la puerta para observarlos jugar, no quiero ser un intruso en la felicidad de mi pequeño hermano.

—Eres un león con dolor de estómago —intenta adivinar Allen.

Pero su respuesta es errada.

—Una pantera —digo al ver que no se le ocurre nada más.

Ambos voltean a mi dirección y Allen sonríe.

— ¿Si es cierto Cara? —La cuestiona curioso a lo que ella sólo asiente sin desviar su mirada de mí.

— ¿Entonces perdí? —Inquiere decepcionado.

—No, la pantera es familia del león y también tenía dolor de estómago...— le explica para no desanimarlo.

— ¡Ganamos Denis! —Exclama feliz— iré a decirle a Amara que es su turno de jugar con nosotros para que te ayude a ganar Cara —avisa con emoción repentina y sale corriendo rápidamente de la habitación.

Cara y yo quedamos solos, genial.

Justo lo que no necesitaba, tomó una respiración larga para dirigirle unas palabras.

—Gracias por hacer que Allen se divierta, hace tiempo que dejo de hacerlo, le hace bien... —suelto en tono bajo y serio.

Cara acomoda un mechón detrás de su oreja, aun mirándome.

—No me agradezcas, lo hago porque lo amo y no quiero verlo así de triste —ambos guardamos silencio un momento.

Pero se siente incómodo, me siento fuera de lugar y como ya no hay más que decir... me doy la vuelta dispuesto a irme.

—Sé lo que paso en la pizzería... —dice con tono precavido a mis espaldas.

No doy un paso más, no puedo

El solo recuerdo de ese instante me despierta el instinto asesino que sentí al verlo ante mis ojos. Era ella y su amante, ni siquiera pudo irse lejos para evitar que sus hijos en un descuido pudieran verla, no le importo una mierda que Allen...

Soy incapaz de pensar en la posibilidad de que un niño como el viese lo que yo, porque duele, duele demasiado como para que alguien de su edad pueda soportarlo. Ni siquiera yo puedo hacerlo.

Me giro hacia ella que sigue con esa mirada de precaución y ligeramente tensa.

— ¿Quién te lo dijo? —Mi voz sale con exigencia.

Por Ti Lo Haria Siempre #2 (Disponible En Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora