Cielo o Infierno

160 4 0
                                    

Tiempo después de morir, dos espíritus, que parecían smog y niebla respectivamente, se encontraron en La Nada.

—Hey, hola —saludó nervioso el que parecía smog.

—Hola —respondió el que recordaba a niebla.

—¿Dónde estamos?

—No lo sé. No hay nada. En La Nada, supongo...

—Oh...

Otro espíritu apareció y se les acercó flotando.

—¿Ya decidieron a dónde van a ir? —les preguntó emocionado.

—¿Ir? ¿A dónde? —cuestionó Smog, preocupado.

El espíritu nuevo guardó silencio. No era su trabajo dar explicaciones.

—Al cielo o al infierno —dijo por fin—. Mi deber es transportarlos al lugar que escojan.

—¿Cielo? ¿Infierno? —Smog miró confundido a Niebla.

Ésta no dijo nada. Parecía reflexiva.

—Sí. Miren, qué raro que no se los hayan dicho antes, en el infierno hay hamburguesas, taquitos de carne asada, coca cola, pop, televisión, sexo en exceso, jacuzzis, ipods, iphones, ipads, cerveza, violencia apta para niños... Y en el cielo hay vegetales y... más vegetales. ¿Cuál prefieren?

—Me agradan los vegetales —reconoció Niebla.

—Se me antojó una hamburguesa —chilló Smog.

—Bien, entonces está decidido.

—¡Espere! Sólo dije que se me antojó...

—Las hamburguesas del infierno son las mejores —aseguró el transportador.

Niebla observó suspicaz a los dos espíritus que tenía delante de sí. Por alguna razón sabía lo que eran las hamburguesas, la coca cola, los vegetales y todo lo demás que había dicho el transportador, pero no tenía ni idea de lo que significaban Cielo ni Infierno.

—¿Y cómo sabemos que eso hay en el cielo y el infierno? —interrogó, cuidadosa.

—¡Oh! ¡Les juro que eso hay! ¡Tengo prohibido mentir! —el transportador dio media vuelta y dejó a la vista un letrero colgado en su espalda que decía "no miente."

—No creo que en el cielo sólo haya vegetales... —dijo Niebla.

—Hmm, bueno. Lo cierto es que hay otras cosas, pero son muy raras... No entiendo por qué siempre que voy los espíritus están tan feli... —el transportador se calló. No tenía permitido decir cómo se sentían los espíritus en cada lugar porque, si lo hacía, todos escogerían el cielo.

—¿Feli...?

—Nada.

—De acuerdo, si tengo que escoger, entonces será el cielo. No es como que me fascine algo de lo que hay en el infierno —Niebla flotó en círculos como si la decisión la trajera sin cuidado.

—¿No te gustan las hamburguesas? —exclamó Smog, impresionado.

—Bien, entonces está decidido —repitió el transportador.

—¡Espere, que todavía no sé! —se apresuró a decir Smog—. ¿Cuánto tiempo estaremos ahí?

—El tiempo que se merezcan.

—Aaay...

—Ven conmigo, Smog —lo persuadió Niebla.

—Pero no me gustan los vegetales...

—Vamos, Smog, estoy seguro de que en el cielo saben mejor.

El espíritu transportador miró con cautela a Niebla. Eso era cierto.

—Bueno, sólo porque me inspiras confianza.

—Sólo porque me inspiras confianza... —arremedó el transportador sin que se dieran cuenta.

—También iré al cielo —confirmó Smog, repentinamente contento.

—Bien... Ya no hay marcha atrás... —recordó el transportador—. Ya no hay hamburguesas para ti...

—Ya no hay hamburguesas para mí —aceptó Smog.

—Bah, sujétense.

El transportador se expandió hasta encapsularlos dentro de sí. Los tres se encontraron viajando a velocidad de la luz a través de un túnel cósmico que presentaba un brillo apenas perceptible en su final pero que en un instante lo iluminó todo.

—Bienvenidos al cielo.

—WOOOHH.

—Sí, sí. Sean felices mientras puedan...

Cuentos de FicciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora