Yo toqué tu corazón, y su belleza aún empaña todo lo demás; y si acaso existieron días grises, jamás podré saberlo. Sentirte alzaba los paños negros, hacía luz de los lunes.
Y ahora han vuelto las alarmas, y un ruido feo de tráfico despierta a la ciudad. Busco una taza de café que me salve, y cierro tres segundos los ojos solo para recordarte. Te imagino diciendo "buen día" y vuelven a volar pájaros hacia el sur. Y vuelo con ellos como si también creyera en tu sonrisa. Sostengo el café, y en las yemas de los dedos, aún me palpita la locura de pensarte.
Me olvido de esta jaula de acero y cemento, lejos del mar y más lejos de ti. Pero el café se enfría, y vuelve a sonar la alarma, y sé que no te oiré decirme "buen día". Y tomo mi café como una medicina, y noto mis lágrimas besándome los labios. Y recuerdo tu corazón, tan bello, y tu sonrisa que daba luz al mundo, y tus palabras mágicas: "buen día", y entonces el día era bueno.
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Sempiterno.
ПоэзияCulturalmente lo llaman el hilo rojo del destino. En física de partículas se le conoce como entrelazamiento cuántico. Pero yo, amor, le he puesto tu nombre.