[3] Acuario

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"Dudas y Temores"

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La calamidad no puede acoplarse en describir en una o dos palabras. Los desastres tampoco se puede subestimar en una sola explicación, pero existía cosas de otra dimensión que podían ser mucho peor o tal vez en un grado sumamente mayúsculo que a cualquiera dejaría con un temor en la conciencia.

A paso lento, con un documento en mano, él se quedó quieto a esperar hallar una respuesta. La comodidad de sus muebles resultaron ser bastante reconfortante a tal punto que sería capaz de planear una estrategia totalmente efectiva, o por lo menos que diera resultado ante tan mala suerte.

Los libros –por todo lo que aprendió y oyó– poseían el secreto y respuestas de los temas tan simples como las cosas tan maravillosas que existía en el mundo; sin embargo, su situación no se podía subestimar o creer que los eventos, por más mínimas que fueran, se debían de dar una patada para olvidar lo sucedido.

Sus delgados dedos revisaron lo que parecía ser un viejo diario. Uno de aquellos tomos que únicamente se almacenaba en la biblioteca de Acuario y que, por varias generaciones, guardó celosamente los textos donde se describía las reseñas y aventuras de los caballeros anteriores a él, así como también de las otras constelaciones de las distintas casas del Zodiaco. Mas todo lo que en su mente albergaba quedó a un lado para buscar específicamente un solo tema.

Ese asunto que podía salvarle la vida.

—Santos Dorados. Año 1850—el guardia de Acuario susurró al leer la portada del tomo que pasó tiempo escondido en los estándares más selectos de la biblioteca—; absolutamente no hay referencias fuera de combate.

Tiró otro libro más sobre la mesa que, después de muchas horas de exhaustiva investigación, se acumulaban hasta formar una pequeña torro Eiffel; estaba irrevocablemente seguro que en uno de esos textos leyó algo similar a su problema, desde que llegó a Acuario se tomó toda la paciencia del universo en leer cada papel y/u hoja que existiera en esa gran y resguardada habitación.

—Milo no pudo tomarlo, en efecto no le agrada las antiguas escrituras—puso una escalera sobre el estante para subir y volver a rebuscar—. De todos modos, puedo explicar mis razones para retirarme de esta misión.

Frunció el ceño un poco enfadado, bueno, intentaba controlar sus emociones porque de alguna manera se sintió herido y casi burlado por tener que solventar ese trabajo. ¿Es que acaso el Patriarca Shion no estuvo satisfecho con las lecciones que impartió a dos niños?

Camus de Acuario no consideraba justo que se le tomara en cuenta porque, muy pese a su deber como caballero, amablemente tomó como discípulos a dos pequeños y que, gracias a la ayuda de Athena y la consideración de Poseidón, ambos eran grandes jóvenes que mantenían a cargo funciones importantes. Isaac como una marina de élite en las tropas del dios de los mares, y Hyoga como el caballero de la diosa de la sabiduría a la que cuidaba con fervor junto a los otros camaradas de bronce además de ser el legítimo sucesor de la armadura de Acuario.

—Definitivamente quiere una batalla entre dos aspirantes para obtener una armadura.

Musitó tras revolver sus pensamientos para llegar a ese punto. Estaba bastante claro que el onceavo signo zodiacal tomó como el siguiente caballero a Hyoga. Sus ojos jade se fijaron en el grabado de un pequeño libro, mas dudó en tocarlo.

[Finalizado] Razones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora