[11] Libra

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"No es la apariencia sino la mentalidad"
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Mermó su ira, poco a poco intentó suavizar su expresión sin refutarse a sí mismo en algún error que tal vez cometió y no se dio cuenta. Se calmó, había tomado las armas regadas en el suelo y las guardó dentro de la caja de oro para alistarse a realizar una visita inesperada.

Entrenó más de dos horas para apaciguar ese enojo que le revolvía el estómago. No odiaba los niños, increíblemente poseía el instinto paterno de tomar pequeños de la calle o huérfanos para darles un hogar más cómodo y a gusto, prueba fehaciente eran Shiryu y Sunrei a los que educó y cuidó como si fueran sus propios niños.

A él no le molestó en ninguna manera el asunto de tener un sucesor, de hecho, no comprendió la razón del caso cuando su propia armadura tomó como su nuevo dueño al caballero de bronce, si alguien debía de tener el heredero sería de la descendencia de Shiryu. El asunto que engrandeció el enojo del chino fue que su mejor amigo decidiera ese tema sin consultárselo, ni siquiera tener el atrevimiento de explicar el motivo.

Y aquello fue la razón de que terminara de pie frente al escritorio de un joven Shion.

—Creí que éramos amigos, compañeros de armas, los últimos sobrevivientes de la Guerra Santa del siglo XVIII—refutó el joven Dohko, pegó un golpe sobre el escritorio sin importarle el título superior del antiguo caballero de Aries—. Debiste consultarme tu decisión.

—Hay cosas que no puedo comentarte, por más amigos que seamos.

—Acepto que asuntos concernientes a las decisiones de la señorita Athena sean de sumo secreto—frunció el ceño—, pero no este tipo de cosas.

—De hecho, fue la propia Athena quien me pidió la discreción del caso—explicó el lemuriano sin apartar los ojos de su amigo, tal vez los años pasaron pero él mantenía ese comportamiento tan característico de su persona—; si te molesta la orden puedes dar tus razones a nuestra señora como todos los caballeros que refutaron.

—No me malinterpretes—Dohko tomó asiento frente al peliverde, llevó sus manos hacia sus cabellos—, no tengo problemas en tener algún niño a mi cuidado pero a estas alturas debes ser consciente que el buscarme una mujer sería un poco ridículo.

—Tienes la apariencia de un adolescente. Aprovéchala.

—Muy gracioso, borrego—se cruzó de brazos—. Tú también deberías estar metido en este asunto y no solo los muchachos. ¿Cuál es la razón de obligarlos a tener hijos? Ellos quieren vivir su nueva vida a su manera.

Shion suspiró, de cierta manera también lo había pensado, pero no estaba en él ir en contra de las decisiones de Saori, ella era la que debía de responder cual era la razón principal de todo ese asunto, porque fue ella misma quien le dio la orden comenzar a inducir a los santos de oro que consideraran la idea de poseer hijos, casarse, tener una familia y vivir tal vez como personas normales. Por un momento lo imaginó como un capricho infantil pero la seriedad en que se manifestó le produjo la sensación de que estaba obligado a obedecer.

—Nadie puede obligar a uno en tomar una mujer y casarse—Shion se puso de pie—; no estamos en esos tiempos en que vivimos, tampoco entendimos porque razón el Patriarca Sage casi exigió que por lo menos los caballeros mayores tuvieran descendientes.

—Fue un golpe bastante duro para aquellos que se apartaron de todo contacto fuera del Santuario.

—Solo Leo, tú y yo nos libramos de esto.

[Finalizado] Razones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora