[7] Géminis

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"El Dragón y el Camarón"

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Lo meditó una y otra vez. Inconforme a la situación, solo le quedó pensarlo muy bien o buscar algún detalle incoherente en las órdenes de Shion. Porque claramente él no debía ni siquiera ser nombrado en la lista negra del viejo carnero, estaba bastante claro su inclinación ideológica, aunque Athena sabía que únicamente él estaba simulando las cosas para librarse de esa noticia.

En efecto, todo ese asunto lo pilló con la guardia baja, eso sin contar que tuvo una razón poderosa para huir a ese tema porque no se imaginaba –ni en sus pesadillas– cargar con tal responsabilidad. No odiaba la idea pero tampoco la amaba, únicamente sentía la necesidad de escapar, ni siquiera se dio cuenta de que sus pies lo guiaron lejos del templo al que custodiaba por esos días solo porque la propia Saori se lo pidió, de no haber sido eso tal vez ni siquiera estaría en el Santuario.

—O quizás me hubiese embarcado a conocer el mundo—musitó el hombre sentándose sobre una roca que estaba en el campo de flores a la espalda del Santuario—; disfrutando un poco más de la vida sin responsabilidades.

Se encogió de hombros. La briza de la noche le revoleteó los largos cabellos azules, sus ojos se quedaron impregnados sobre el firmamento del cielo estrellado ya que era de esos pocos momentos en que disfrutaba de la naturaleza como cuando era niño. Ah, a veces añoraba esos días en donde las responsabilidades eran nulas, cuando no tenía preocupaciones abismales sino únicamente en buscar a la persona que más resentimiento almacenó.

Su madre.

Porque de su padre jamás supo, ni siquiera sabía si estaba vivo o muerto, mas eso ya no importaba porque todas las cosas podían salir irónicamente al revés y a veces era mejor no tocar asuntos íntimos de la vida.

—Y ahora me piden cumplir esta misión como si fuera una de aquellas que fácilmente podría llevar a cabo—se talló los ojos, no estaba furioso pero tampoco contento—; sin contar que no puedo tomar otros títulos por causa de mi fidelidad a Athena.

Y es que no podía engañarse. Añoraba volver al mar, no importa sujetarse a las órdenes de un dios como Poseidón, aunque por otra parte no sabía si era una idea oportunidad regresar aquel sitio después del problema que obtuvo por su malicia, ambición y resentimiento.

—Seguramente los chicos me asesinarían si aparezco frente a ellos—estiró las piernas de puro cansancio, no era fácil mantener impecable el templo que resguardaba momentáneamente, eso sin contar con el pequeño problema que se alojó sin permiso suyo—, especialmente Thetis y Sorrento. Su fidelidad hacia Poseidón ha sido irrefutables.

Kanon de Géminis rodó hasta caer al suelo y se echó sobre el pasto para relajarse mejor. Estaba hastiado de ese día poco congruente y tal vez el más peculiar que podía recordar. ¿Qué acaso nadie tomó en cuenta que Géminis podía ser un problema en cuanto socializar con personas extrañas se trataba? ¿A caso olvidaban el detalle que tanto su hermano como él podían tener gemelos y que algunos de ellos heredaran la semilla mal? Definitivamente esa orden debía de dársela a Saga y no a él porque ya era bastante complejo soportar a ese "problema" como para acarrear otro asunto más catastrófico.

—Definitivamente ya tengo suficiente con ella como para tener uno propio—se palmeó la frente, poco convencido—, tampoco estoy obligado a educarla porque no fui yo quien la trajo. Esto concierne a Saga.

[Finalizado] Razones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora