1: "¡Sam!"

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Si la belleza tuviera nombre, llevaría el tuyo, bebé.

No, no podía decirle eso, ¿yo acaso tenía tanta creatividad?, espera, no, eso no es creatividad.

Suspiré frustrado arrugando la pequeña hoja dónde estaban escritos todos mis "sentimientos", era la quinta hoja que arrugaba, no es tanto... Creía yo, miré por la ventana decidido a escribir nuevamente, sonreí, miré las hojas y lápices con esperanza, mandé todo a la mierda, pasé mis brazos por la madera deslizando despacio haciendo que todas las cosas cayeran al suelo, abrí mis ojos como plato negando ante mis pensamientos viendo como todo estaba ordenado sobre el escritorio.

–¡Sussan!– le grité a mi madre algo fuerte a lo que ella me respondió enojada.

–¡Te he dicho que no grites, no me llames así, y sí quieres algo, ven tú! –hice una mueca con mis labios suspirando pesado, rodando mis ojos esperando a que no empezara.
–¡Yo a tu edad, ayudaba en casa, no le gritaba a mi madre, no a na...!– volvió a gritar, minutos después quedando en silencio al verme detrás de ella con una ceja alzada.

–Solo quería recordarte que entro en una semana a la universidad, y los pantalones que tengo son pocos, y casi ni me quedan– le sonreí para después darme la vuelta y rodar los ojos caminando hasta las frutas tomado una manzana, ella asintió volviendo a lo suyo.

Me sentía algo tonto, noten el sarcasmo, fuí a la gran estantería llena de libros y películas, tomé un libro llamado "Me Before You", mamá se lo había comprado hace poco diciendo que quería ver si era lo mismo que la película o más emocionante, no la he visto tomar el libro en todos los días que a estado aquí sin hacer nada, mordí la manzana mirando la portada de este.

–¡Matt!, ¿qué pasó en tu cuarto?, ¿¡que hace la caja de pizza de antier acá!?– ignoré cada cosa que había dicho soltando un bufido.

–¡después limpio, voy a estar atrás!– salí por la puerta trasera haciendo algo de fuerza ya que era algo pequeño y delgado, aunque me resigno a decirlo, además que tenía una botella de agua en mis manos, el libro y la pequeña manzana.

Suspiré, tomé mis lentes de sol y me senté en una de las sillas debajo de la sombra viendo a mi hermana menor y su pareja en la piscina, cuando se iban a besar abrí el libro en la primera página comenzando a leer mordiendo de nuevo la fruta entre mis manos.

–¡pero no!, ¿¡por qué!?– grité después de algunos minutos o una hora, no lo sé, pero ya iba en la mitad del libro, estaba muy interesante, solo pedía no llorar, mi corazón no resistiría tanto, mi hermana me miró raro al igual que su novio, solo rodé los ojos balbuceando.

–¡Matt, llegó Samuel!– escupí el agua que se encontraba en mi boca, revisé muy bien qué el libro estuviera seco y salí corriendo con la vista de los chicos fija en mi, llegué a la puerta y sonreí saludando.

–¡Matt!, ¿¡cómo estás!?– entró con una sonrisa en su rostro pasando uno de sus brazos por mis hombros, mordí mi labio inferior negando y reí junto a él.

–Muy bien Sam, ¿cómo estás tu?– murmuré caminando con el hasta el patio trasero nuevamente donde nos sentamos y los chicos ya no estaban, hice una mueca, miré a Samuel el cuál me miraba con una mueca al igual que al libro en la mesa.

–¿Me Before You?, ¿en serio?– preguntó burlón haciendo que jugara con las mangas de mi suéter negro, suspiré asintiendo a lo que preguntó, rió un poco, se sentó a mi lado e iniciamos una larga charla.

Varias horas estando en el patio y algunas más en casa tomó la decisión de irse a la suya, ya qué su padre lo llevaría a... no sé dónde, se me había olvidado, estar todo el día pendiente a él... No me es tan simple.

Me despedí de él en un abrazo, cerré la puerta y reí dando pequeños saltitos recordando lo de hace poco.

–¿por qué tan feliz, Matt?– preguntó mientras pasaba la lengua por sus secos labios, se acercó un poco más a mi y creo qué ahí me encontré muerto.

–No... Nada, nada– Susurré mirando hacia otro lado, mala idea, pasó una de sus manos hasta mi barbilla haciendo que lo mirara.

Volví a la realidad viendo como mi mamá me miraba raro, le lancé un beso al aire haciendo que ella sólo riera y negara, fuí en busca de mi libro dejándolo en la estantería para después subir a mí habitación, listo para escribir nuevamente.

Mi Mejor Amigo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora