Jolette
Busqué con mi mirada la entrada del edificio y los pasillos, pero Anwar ya no estaba.
Regresé mi mirada a mis rodillas raspadas, mis medias se habían rasgado. Parecía una maldita vagabunda, me quité mi tacón roto y después el otro, cogiéndolos en mis manos. Mi corazón seguía latiendo de ferocidad ante mi encuentro intenso con aquel hombre tan siniestro, sinceramente emanaba un aire oscuro e intenso.
Di un paso tembloroso para buscar al señor Mariche y noté como algo pegajoso se centraba en mi ropa interior.
¿Pero qué...?
Volví al baño, me metí los dedos debajo de mis bragas y pude sentir como me había mojado... mis bragas estaban húmedas y cuidadosamente me metí los dedos en los pliegues de mi sexo, notando los hilos pegajosos que derramaba. Aquel hombre y su mirada tan oscura me habían dejado echa un hilo de temblores.
¿Cómo podía ser tan atrevida para calentarme con un hombre desconocido? Lo peor es que mi corazón seguía latiendo, y mi cuerpo no rechazaba la idea de querer de vuelta en tener cerca a Anwar.
Tragué saliva con fuerza y noté como más humedad se centraba en mis dedos, joder, pensar en aquel hombre tan siniestro estaba provocando que me mojara más.
Cogí papel y me limpié los líquidos de flujo, haciendo control de mí y de ignorar aquella sensación que jamás había sentido por nadie.
Ok, ok, Loreto siempre me hablaba de lo caliente que se ponía al tener a Mariche cerca de ella o cualquier hombre que no fuese su marido y lo mojada que la ponían, pero jamás creí que me pondría de ese modo y menos con un completo desconocido tan siniestro.
Tragué fuerte ignorando el temblor de mis piernas y tiré los pañuelos húmedos por mis fluidos, al basurero.
Respiré hondo tratando de quitar la sensación de calor de mi cuerpo.
Lavé mis manos y salí del baño para buscar al señor Mariche.
Entré a la sala donde debía estar, pero al tocar no obtuve respuesta. Abrí la puerta y me di cuenta que la reunión ya había acabado. La sala estaba vacía y mi jefe estaba haciendo unas llamadas, al verme en la puerta, sus ojos ardieron en ira completa.
Quise huir, pero me mantuve quieta con la cabeza agachada. Mi corazón todavía latía de nervios por lo sucedido con Anwar.
El señor Mariche siguió conversando unos minutos en su celular hasta que colgó y me contempló con ganas de matarme.
—¡¿Pero dónde diablos estabas?! Hace minutos que la reunión acabó, Henny —gritó, sus filosos ojos azules me miraron de arriba abajo—. Pero ¡¿qué carajos?! ¡¿te ha cagado un ogro o porque estás en estas fachas tan horribles? —señaló mi ropa sucia, mis medias rotas en la parte de mis rodillas y mi falta de zapatos.
Temblé en mi lugar sin atreverme a levantar la mirada.
—Lo siento señor Mariche, yo estaba en el baño, casi fui arrollada por un auto –quise explicar, pero él ya estaba cerca de mí y me había cogido del brazo.
Sin pedirme opinión, me arrastró fuera del edificio y cuando llegamos al estacionamiento, abrió la puerta del coche en que habíamos llegado y me azotó brutalmente contra los asientos, jadeé golpeando mi cara, pero no dije nada.
—¡No sirves para nada, mocosa ingrata! —Masculló fríamente en lo alto— Tuve que improvisar todo y el negocio terminó bien, ¿te das cuenta? Casi pierdo el negocio de mi jodida vida por culpa tuya, mocosa idiota —gritó.
—P-perdón —mascullé alejando mi cara de donde me había golpeado.
El señor Mariche me sacó del coche con furia y me tiró al suelo de la acera, mi culo golpeó contra el duro concreto y jadeé apretando los ojos con dolor. Las lágrimas inundaron mis cuencas y apreté los labios sintiendo mucho dolor porque los azotes de mi madre todavía seguían sencibles.
ESTÁS LEYENDO
Latido Mortífero +21 (PAUSADA)
Ficção Adolescente«Fue muy linda la estadía que me brindaste, pero el tren ha llegado, y esta no es mi parada». En la vida vas a tener dos amores: el que romperá tu corazón y al que romperás su corazón. Y mí me había tocado ser el segundo amor de él. Él llegó fingien...