Jolette.
Intentaba ser rápida, pero no podía. El cuerpo aún me dolía completamente. Tenía suerte de haber despertado viva con los pies y brazos aún en su zona.
Después que mi madre terminó de saciar todo su coraje contra mí, me dejó botada como perro en el suelo, temblando y gimiendo de dolor. Toda la madrugada me quedé tirada, ella simplemente me dejó allí subiendo a su habitación no sin antes decirme "para la próxima no vuelvas a olvidar mis putos cigarros".
No podía mentir y decirles que dormí como bebé en toda la noche porque no fue así, cuando Oralia me golpeaba de una manera brutal con objetos se me hacía imposible conciliar el sueño. Cuando salió el sol me dispuse a ignorar todo el dolor en mi corazón y cuerpo, lo guardé muy en el fondo y me obligué a levantarme, a lavarme y a comenzar el día como si horas atrás mi madre no me hubiera azotado el cuerpo con un tubo de metal dejándome adolorida con la piel hinchada y llena de hematomas.
No podía dar un paso sin gemir, ni tampoco podía sentarme porque me lo había dejado hinchado y con marcas de heridas abiertas, dolía como el infierno, pero tenía que fingir que estaba bien.
Los moretones en mis brazos podían notarse un poco por debajo del maquillaje que había aplicado sobre mis brazos y cuello, llevaba medias negras así que la zona de mis piernas no necesitaba maquillaje alguno. También había aplicado maquillaje en la herida de mi boca por la cachetada que me había soltado Oralia y me los había hinchado más.
Desde que era niña había aprendido a curarme yo sola, había aprendido a ser fuerte yo sola y a exigirme que solo eran golpes. Con el pasar del tiempo no dejaban de doler, pero había terminado por aceptarlos y a enfrentarlos. Con mucho alcohol, maquillaje y morfina, había logrado sobrevivir.
Terminé de arreglar los papeles en las carpetas marrones que, caminando a rastras el largo pasillo, acomodé en la oficina de Loreto.
—Si no muero de un infarto en esta mugre lugar, seguro lo haré con el inútil de mi marido que exige, pero no entrega —se quejó en un murmuro Loreto, caminando a mi lado y ojeando una de las carpetas que le había traído—. Nunca cometas el error de casarte, Jolette, una vez casados el hombre se convierte en una ballena que traga, pero no aporta —me hizo saber en un gruñido.
Me encogí de hombros sin responder y ella siguió hablando.
—20 años de casados y solo conozco una posición del kamasutra, no te deseo algo así, linda –murmuró llevando sus dedos a su frente y masajeándosela suavemente. Me tensé ante sus palabras recordando al hombre del callejón y las mejillas se me enrojecieron al recordar su beso salvaje-. ¿Ha regresado Mariche de su reunión? –dijo y rápidamente salí de mi mapa mental con el hombre de época.
El señor Mariche llevaba horas en su reunión con los Asiáticos que habían venido exclusivamente a su empresa con el propósito de hacer trámites legales sobre el intercambio de productos y popularidad, no sabía exactamente cómo funcionaba eso, pero lo que sabía es que con el poder que Mariche tenía en su empresa y sus grandes colegas famosos, eso iba a convenir a su socios Asiáticos que estaban en busca de fama para sus productos; convencer a Mariche sería ganancia para ellos que una vez teniendo la oportunidad de firmar con Mariche y éste confirmarles que conseguiría a un consumidor importante, el dinero sería como el oxígeno: estaría donde sea.
—Aun no –le respondí.
—Mmmm ¿ese hombre piensa que uno tiene todo su tiempo del mundo o qué?
Loreto era una mujer de 45 años, hermosa, gordita y pelirroja, casada y con dos hijos. Era mi compañera de trabajo con la que más me llevaba y no porque yo fuera alguien sociable porque ciertamente yo siempre me mantuve en mi burbuja encerrada, yo era alguien seria y cortante, Loreto era todo lo contrario a mí: alguien sociable y abierta, entablaba amistad contigo aunque fueras la persona más amargada y siempre tenía algo que contarte.
ESTÁS LEYENDO
Latido Mortífero +21 (PAUSADA)
Fiksi Remaja«Fue muy linda la estadía que me brindaste, pero el tren ha llegado, y esta no es mi parada». En la vida vas a tener dos amores: el que romperá tu corazón y al que romperás su corazón. Y mí me había tocado ser el segundo amor de él. Él llegó fingien...