Capítulo 4.

25.2K 1.3K 1.2K
                                    

Jolette

Tomé con manos temblorosas lo que me había traído Víktor.

Eran dos cambias.

Dos cambias para mí.

Nunca había usado ropa nueva en mi vida.

Nunca había sentido lo que era el olor a nuevo en mi ropa o en algún objeto. Nunca había tenido algo que fuera mío, ni algo que me hayan regalado, siempre había sido la que recibía las migajas de los demás. Toda mi ropa, hasta la ropa interior era usada y donada que Oralia me daba para que no fuera un asco frente a sus colegas, mis zapatos y todo lo que usaba nada era mío, lo único que podía decir que era mío era mi alma... aunque era la alma que Oralia se encargaba de destrozar hasta cansarse.

Contemplé las suaves telas que Víktor me había ofrecido. La primer cambia era un bonito vestido color durazno, que combinaba con mi cabello color chocolate.

La segunda cambia era una camiseta blanca que podía usar para dormir.

Débilmente entré al baño y me quité mi ropa vieja, la enrollé en mis manos a pesar que exigía tirarse, pero no podía hacerlo, era una de mis pocas prendas que no tenía tantos agujeros. Evité mi imagen en el espejo porque representaba un asco, una fatalidad, tenía cicatrices en todo mi cuerpo, en mi abdomen, piernas, muslos y espalda, cicatrices de mi niñez, eran tantas que ya había olvidado el significado de cada una.

Las hematomas de los golpes de Oralia todavía no desaparecían y las raspadas que me había ganado cuando Anwar me salvó de ser arrollada, seguían sensibles y rojas. Las benditas que él me había colocado todavía seguían allí y un hormigueo recorrió mi espalda al recordar su toque tan intenso, su mirada filosa y sus movimientos tan excitantes.

Me lo imaginé delante de mí y a Víktor detrás de mí, uno acariciándome con maldad y el otro consumiéndome lentamente, besando mi cuerpo débil, empotrándome, abriéndome a ellos... Mi cuerpo tembló ante aquel pensamiento ardiente y me concentré en la realidad.

¿Qué rayos había imaginado?

Temblorosamente me puse la camiseta que Víktor me había traído, apenas y me llegaba a la mitad de mis muslos, pero olía rico y era algo que jamás había apreciado en mi vida, me sentía tan contenta con una camiseta tan común, pero para mí era como un trofeo.

Las marcas en mis piernas se notaban por la falta de mis medias, moretones sobresalían de mis muslos, rodillas, pantorrillas y demás, sentí vergüenza llevar este desastre a esta linda casa que no merecía una imagen tan horrorosa de mi parte. En silencio me disculpé.

Caminé lentamente a la cama, a una cama real, a una cama que era demasiado para mí y no estaba segura si merecía, se me había cedido, pero comenzaba a arrepentirme de tomar.

Como si fuera un sueño, la toqué, toqué las fibras de algodón tan suaves y esponjosas, mis ojos se llenaron de lágrimas por la emoción y rápidamente me metí bajo las colchas antes de que despertara y volviera a la pesadilla de mi asquerosa vida.

Tan rápido como la toqué, ya no hubo vuelta atrás y terminé durmiéndome con profundidad.

[...]

Escuché unos golpeteos en mi puerta y rápidamente brinqué sobre la cama asustada, lastimé mis moretones ante el sobresalto que di y miré por todas partes dándome cuenta que me había quedado dormido más de la cuenta.

¡Qué descuidada había sido!

¡Dios no!

—¿Jolette? —Escuché la voz gruesa de Víktor detrás de la puerta y sentí morirme.

Latido Mortífero +21 (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora