Jolette
Me levanté con extremo dolor en mi trasero y cuerpo, con debilidad y como pude ingresé al baño y me desnudé, me miré al espejo, tenía mi culo morado y con ronchas llenas de sangre seca y hematomas. Si tocaba, ardería como el infierno.
Controlé mis ganas de llorar porque apenas se estaban borrando los viejos golpes y ya estaban llegando nuevos. Debía estar acostumbrada sí, pero eso no quitaba el hecho de querer curarme con tranquilidad.
Ahogué mis ganas de llorar y con temblor en mis manos me curé. Mi madre me despedazaba y yo tenía que unir las piezas rotas, ella me tiraba y yo me levantaba, me quebraba el alma y con pesar debía repararla para fingir al mundo que estaba bien.
Busqué alcohol y un poco de morfina para soportar el dolor, había perdido la cuenta de cuantas veces la había usado, tanto maltrato debía parar, pero ¿cómo? Tenía tanto miedo, pensaba que me lo merecía y que ciertamente era algo que ya había aprendido a tolerar.
Pero ¿saben? Uno nunca se acostumbra al dolor, solo aprende a tolerarlo.
Y nadie debería llegar a ese extremo de tolerar en vez de enfrentarlo.
Pasado treinta minutos ya me sentí mejor y salí del baño con pesar después de darme una fría ducha, busqué en mi ropa vieja alguna prenda que pudiera quedar conmigo, pero ninguna era digna.
Me sentía tonta, no debí haberme puesto ese bonito vestido rojo, ahora sentía que ninguna de mis prendas me convenía, me había dado cuenta que realmente toda mi ropa era basura, hasta la que no tenía agujeros y que yo pensaba eran una reliquia.
Fui a la sala y me encontré con el vestido de Víktor, aquel vestido color durazno.
Me emocionó que Oralia no lo haya visto o seguramente hubiera terminado en pedazos como el bonito vestido rojo de Anwar.
Llevé a mi nariz el vestido e inhalé el rico olor que desprendía, apreté mis labios recordando la mirada gatuna de Víktor y me lo puse con mucho cuidado de no lastimar mi trasero hinchado por los azotes de Oralia.
Una vez preparada salí de mi casa con la esperanza de jamás volver, pero siempre volvía.
Llegué a mi trabajo con demasiada puntualidad, todo lucía tranquilo y más limpio de lo normal.
Loreto aún no había llegado, así que me ocupé de mi propio trabajo mientras el señor Mariche llegaba.
Arreglé algunos papeles, limpié la oficina y sellé algunos documentos, hice copia de algunos documentos importantes.
Algunos papeles cayeron al suelo y me agaché cuidadosamente a recogerlos, la puerta de la oficina de Mariche se abrió y rápidamente quise alejarme del suelo, pero los papeles que había recogido resbalaron de mis brazos. Me agaché sin doblar mis rodillas y con mi lastimado trasero en pompa.
—¡Señorita Revival! —Escuché la voz de Mariche y abrí los ojos en grande asustada—. No son modos de estar de una señorita —enjuició ante la posición en que me encontraba: con mi culo en lo alto. Una posición nada santa.
Rápidamente me acomodé en mi lugar y me disculpé sin regresar a verlo.
—¡Lo siento tanto CEO! —supliqué—. No volverá a...
No terminé de hablar cuando vi que había dos hombres a su lado, uno era desconocido, pero el otro lo conocía taaan bien.
—Oh Dios —mascullé sin tener tiempo de cerrar mi bocota y Mariche frunció las cejas ante mis palabras, mirándome con frialdad. El hombre a su lado mantenía una mirada fija sobre mí. Había burla y a la vez seriedad.
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Latido Mortífero +21 (PAUSADA)
Fiksi Remaja«Fue muy linda la estadía que me brindaste, pero el tren ha llegado, y esta no es mi parada». En la vida vas a tener dos amores: el que romperá tu corazón y al que romperás su corazón. Y mí me había tocado ser el segundo amor de él. Él llegó fingien...