La barquita

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Hubo una barca
construida para pescar.
Estaba hecha del olivo
donde los niños
lloraban sus penas,
el que era más antiguo
que cualquier pecado inventado.
La barca bailaba en las aguas
al son de risas y llantos,
tostando el sol sus tablas
padre e hijo
pescaban jugando.
Se sabe de una noche
de las que el verano
se lucía en viento,
las nubes lloraban
a los mares,
y el cielo tocaba las palmas
al compás de un viejo gitano.
Con su guitarra
meneaba el oleaje
y cantando rociaba la sal
para morir con su llanto.
Aquel día que recuerdo
por las hojas
de un abeto podado,
la barca se alzó aguas adentro
para buscar
los que otros nunca encontraron.
Buscaba un niño perdido
que en confesión
le contó llorando

-mi padre se perdió
en una Galera de espinas,
mañana saldré a buscarle,
si alba no vuelven sus heridas-

Y allí fue que la luna
le acompañó
hasta que se vino el sol
y una vez hecho el día,
de nuevo se acostó.
El niño perdido en los mares,
una barca sin ancla
desfila por el norte.
Si se encuentra un alma
con su alma partida
al tercer día veremos
el eclipse de sangre
que rompe las costillas.
Y que al cuarto
encontró puerto la barca,
un niño muerto
ahogado en sus tablas.
Con él se hundió su barca
porque era su olivo,
de sus ramas sus llantos
y las hojas su consuelo,
con él lo talaron pescando.
Madera para guerra,
un niño muerto
sin padre y sin árbol.

Lluvia sobre papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora