|28| Aguslina

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Narra Caro
Yo solo caminaba, miraba de vez en cuando las fotos que había tomado con mi cámara, y otras veces simplemente miraba el paisaje que el parque me regalaba.

Sonreía viendo a los niños jugar, a las parejas tomando mate, eso si ¿Era tan necesario que se violaran en publico? Aún así eso no impedía que anduviera feliz.

Por que así es, estaba feliz, sentía que si seguía sonriendo como ahora me desbordaría y rompería todo a su paso. Mi sonrisa era igual a la del gato de Alicia en el país de las maravillas, hasta puedo apostar que incluso mas grande.

Mis padres no entendían, mi hermana tampoco, nadie entendía la felicidad que arrastraba por todo mi cuerpo. Pero no los culpo, no se lo conté a nadie. Pero hoy estaba decidida a hacerlo, a contarle a mis padres que por fin; después de tantas vueltas, de idas y venidas, de alegrías y llantos, después de todo un asco de cosas al fin era novia del señor Agustín Bernasconi. El chico que desde que lo vi me cautivo con su sonrisa perfecta y sus ojos musicales.

Si, lo se, un poco tonto, pero estuvimos todo un año con complicaciones, por que Pochoclo; su mejor amigo; estaba enamorado de mi, después de que Agus para olvidarme salio con Valentina; una compañera y gran amiga del set. Hubo millones de tropiezos pero al fin, estábamos juntos, ya no nos dolía el pasado, y todo había quedado atrás.

Sonreía y sacaba fotografías. Ese fue mi patrón de hoy día. Y cada imagen representaba lo mismo. Alegría.
Me acercaba a una confitería. Tenia ganas de engordar comiendo unos ricos cupcakes de los que solo doña Marthita hace.

Y entre sonrisa y sonrisa, distracción tras distracción, termine viendo todo negro, gritando a los cuatro vientos que me soltaran.

Todo paso rápido. Un cuarto. Una voz conocida que me daba miedo. Yo en ropa interior. Una cama. Ese ser maligno que me tocaba en partes tan intimas que no quisiera nombrar. Lagrimas descendiendo por mi rostro y un bulto que entraba sin piedad en mi zona que me lastimaba a cada embestida que daba.

Me encontraba hecha un bollo en esa cama donde ese idiota se encargo de dañarme, lloraba sin control alguno deseando en cualquier momento ser encontrada. La puerta del cuarto se abrió, y pude ver por tercera vez en este día a ese idiota entrar para hacer lo que hizo hace unas horas. Violarme.

Intente correr. Decenas de veces intente huir, no deseaba estar aquí, pero siempre me agarraba fuertemente, me ataba a la cama y lo hacia todo a lo bruto. Pero así como eso sucedía tan rápido, la ayuda llego demasiado lento, al menos para mi gusto.

No se como pasó, solo se que apenas llego mi salvación corrí a los brazos de Agustín; me deje impregnar por su perfume tan varonil, me deje estrechar con esos brazos tan fuertes que me brindaban seguridad, me deje consolar llorando en esos hombros tan gruesos que encajaban perfecto para que mi cabeza se apoyara en ellos, me deje ayudar escuchando como me susurraba lentamente, con seguridad, confianza y amor, que todo había pasado, que el estaba aquó conmigo, que nunca mas dejaría que me hicieran daño, y que todo estaba bien ahora.

Y aquí me encontraba ahora. Recostada en mi cama tratando de borrar los recuerdos de ese día. Aunque no se si deberían llamarse recuerdos, prefiero decir que son pesadillas que deseo nunca hayan pasado. Las lagrimas ya no caían, ya no, me sentía fría, sin sentimientos, me sentía... devastada, sin ánimos, cansada.

La puerta se abrió, y a diferencia de los días anteriores donde sentía miedo que fuera esa persona que atormentaba cada uno de mis sueños, esta vez sentí indiferencia.

—Ya esta... ya paso—me dijo esa voz tan especial y única para mi—lo metieron preso no te hará daño—prosiguió.

Yo solo asentí. Intente sonreír pero no me salia. Solo quería dormir y desear no estar en este mundo.

—Bueno... si no necesitas algo mas...—dijo medio triste—yo me voy...—asintió.

Si, desde que todo había pasado me había dedicado a alejarme de todo hombre, cada vez que me tocaba me sentía sucia, me sentía impura, me sentía... no sabría explicarlo, y aunque supiera como, me largaría a llorar antes de poder hacerlo. Agus fue el mas dañado en esto, le dolía tanto como a mi mi distanciamiento; pero lo entendió, y me acompaño en cada paso que tuve que dar para que ese idiota pagara por su crimen. No me quede callada, y no tenia pensado en hacerlo.

—Agus...—susurre sin verlo al escuchar como crujía el picaporte de la puerta.

—¿Que pasa bella?—me pregunto y sentí como se acercaba a mi, con su tono de voz tan sorpresivo.

—Si necesito algo—murmure con un hilo de voz tan agudo que hasta yo me sorprendí.

Me levante como pude, ya que estaba boca abajo, y me senté en la cama para poder mirar esos ojos color café que me tienen enamorada desde la primera vez que los vi.

—Necesito que borres cada rastro de aquel hombre—dije y note su confusión ante mi pedido—Quítame todo rastro de aquel hombre—salio de mi sin que me diera cuenta un puchero reflejando mis ganas de llorar.

—No entiendo—me miro confundido.

—Quiero dejar de sentir que ese idiota me tocó, quiero dejar de sentirlo cada vez que me miro al espejo, quiero dejar de imaginar a ese tipo tan asqueroso...  quiero ser tuya—me levante y lo abracé.—Cada vez que me veo en el espejo siento a ese tipo tocándome y no quiero, quiero imaginarme a vos no a él—le explique al oído.

—¿Estas segura?—me apretujo en sus brazos.

—Era mi primera vez—llore mas fuerte.—Y no quiero recordarla así...—susurre abrazándolo mas fuerte.

—Te haré borrar a ese tipo lo prometo-me susurro besando mi sien.

Todo sucedió tan lentamente; tal y como lo prometió borro cada rastro de ese idiota, tanto de mi mente como de mi cuerpo. Sus besos me daban tranquilidad, paz y una sensación de seguridad que no sabría describirla. Sus caricias eran simplemente perfectas, suaves y lentas haciéndome desear mas. Y cuando llego el momento; fue lento y pausado, cuidándome a todo momento de que no me doliera, todo un caballero.

Tendida en mi cama; cansada, ese era mi estado en estos momentos, con una mano debajo de mi cabeza, recostada de lado, por fin teniendo un sueño tranquilo y estabilizador. Con una sonrisa en mi rostro. Ese era mi estado. Sin darme cuenta volví a mi alegría de hace unos días.

Sentía unas caricias en mi cintura, las manos viajaban desde el monte de mis senos hasta mi parte intima, de ahí hacían un mínimo recorrido por mis piernas y mi trasero, llevándolas luego por mi espalda, recorrían mi cuello y descendían por entre medio de mis senos hasta mi vientre. Yo solo me dejaba guiar, sonreía y sentía esos cosquilleos en el estomago.

—Ya se que estas despierta—me hablo con la voz ronca por la falta de uso y sentí unos labios en mi boca haciendo que mi sonrisa se expandiera.

—Perdón, no quería interrumpir tu tour por mi cuerpo—me reí abriendo mis ojos.

—¿Estas bien?—me pregunto algo preocupado.

—Estoy cansada—suspire llevando una de mis manos a su rostro.

—Es normal hermosa—sonrió logrando que lo imitara.

—Me alegra que hayas sido mi primera vez—dije sincera y seriamente—por que así es, borraste a ese tipo de todas las formas posibles—le sonreí.

Tomo mi mano y la llevo a su boca besando la palma de la misma. Me abrazo por la espalda haciendo que mi cabeza que dará en su pecho desnudo y beso la coronilla de mi cabeza.

—Te amo—fue lo ultimo que escuche antes de suspirar y caer en un profundo sueño, donde él era el protagonista y me salvaba de todos los males.

Borro a ese idiota de mi cuerpo, de mi mente y hasta de mis pesadillas.

Imaginas《Gastina y Aguslina》|✔|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora