~XXX~

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Soñé que me moría,
Y me desperté llorando,
No sé si era porque mi fin había llegado,
O porque tú, por mi, una lágrima por fin habías derramado.

Sobre mi ataúd,
Me dejabas una blanca flor,
Y me decías que equivalía,
A las veces que pensaste regresar por mi fulgor.

Aún en mi inmóvil muerte,
Me dibujaste una sonrisa,
Y le apostaba al ser supremo,
Cualquier cosa por regresar.

Que ingrata y sincera te postraste,
Ahí en mi lucro funeral,
¡Solo Dios sabe cuantas veces te esperaba!
Ahí llorando en el portal.

Hoy ya nada vale,
Soy pura alma, pura nada más,
Te morirías de coraje al saber,
Que tu alma si era la doble de mi ser.

Ningún mal pido por ti,
Y hoy que Dios me concedió quedarme aquí,
Sólo ruego, ¡solo ruego!,
Que falten cien blancas flores para que ahora tú llegues hasta mi.

Tratando de decir adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora