~XXXVII~

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En la cumbre de la agonía
Esperaba a su amada
Grises su atardeceres,
Nunca le faltaban.

Distante y cardíaca,
Su risa él escuchaba,
Triste girasol él era,
Igual como cuando el sol se alejaba.

Su amor era exclusivo,
Era de una sola dama,
Al menos en sus sueños,
La tenía, brillante... Candente llama.

¿cuantas noches faltarán?
¿cuantos amargos atardeceres?
¿cuando a él ella vendrá?
Dime... ¿cuando?

Valdrá la pena esperarle,
De eso la certeza le invade.

Tratando de decir adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora