~XXXII~

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Y entonces, cuando dejaba de mirar la luna y las estrellas agonizaban en su último explandor, por fin conseguía el sueño.
Y la soñaba.

A esa criatura que en el instante en que le habló, se ganó un hueco en su corazón
Jara
Su palpitar sonaba diferente
Jara, Jara, Jara
El corazón adicto y palpitante
Jara
En los sueños se volvió constante

Hacía falta mirarlo al despertar,
¿de que sonreía tanto?
¿que lujuria estará pensando?

Las noches cobraron otro sentido, ahí estaba él, puntual para dormir, escuchando su latir
(Jara, Jara, Jara)

Las estrellas morían sin cesar,
inestables al final, para un lúcido despertar.
Sólo sobraba ese polvo estelar, que caía en un solo lugar.
Jara

Habría los ojos, la luna no existía.
En un rincón la miseria emborrachaba a la melancolía.
En otra esquina, la tristeza mataba a la alegría.
Por la ventana, la misericordia saltaba a la deriva.
Y el corazón, ignorante con su latido solo seguía
Jara, Jara, Jara

El corazón olvido los pedacitos de su vida
Permaneció en la lujuria, de seguir día con día, en esa hermosísima rutina,
de latir diciendo Jara, Jara, Jara,
por el resto de su vida.

Tratando de decir adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora